Mateando con Marosa di Giorgio

. miércoles, 22 de octubre de 2008
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Nació en 1924 la uruguaya ésta. Y murió hace relativamente poco. Seguro a propósito, para que yo no pudiera conocerla y derretirme de... bueno, de eso que te da cuando estás al frente de alguien muy grosso. Si pueden, escúchenla recitar. Es rarísima. Es fantástica. Si pueden, lean mucho, mucho más de lo que hay acá. Es oscurísima. Es rosada y antigua. Si algo se puede decir sobre ella es esto: seguro que estaba loca. Es eso o finge realmente bien. 
Pero pasen y vean, qué bonitas tolderías. Con ustedes, Marosa Di Giorgio...



Anoche, volvió, otra vez, La Sombra; aunque ya habían pasado 
cien años, bien la reconocimos. Pasó el jardín violetas, 
el dormitorio, la cocina; rodeó las dulceras, los platos blancos 
como huesos, las dulceras con olor a rosa.
Tomó al dormitorio, interrumpió el amor, los abrazos; los que
que estaban despiertos, quedaron con los ojos fijos; soñaban, 
igual la vieron. 
El espejo donde se miró o no se miró, cayó trizado. Parecía 
que quería matar a alguno. Pero, salió al jardín. Giraba, cavaba, 
en el mismo sitio, como si debajo estuviese enterrado un muerto. 
La pobre vaca, que pastaba cerca de la violetas, se enloqueció, 
gemía como una mujer o como un lobo. Pero, La Sombra se fue volando, 
se fue hacia el sur. Volverá dentro de un siglo.

_________

Bajó una mariposa a un lugar oscuro; al parecer, de
hermosos colores; no se distinguía bien. La niña más chica 
creyó que era una muñeca rarísima y la pidió; los otros 
niños dijeron: -Bajo las alas hay un hombre.
Yo dije: -Sí, su cuerpo parece un hombrecito. 
Pero, ellos aclararon que era un hombre de tamaño natural.
Me arrodillé y vi. Era verdad lo que decían los niños. ¿Cómo
cabía un hombre de tamaño normal bajo las alitas?
Llamamos a un vecino. Trajo una pinza. Sacó las alas. Y un
hombre alto se irguió y se marchó.
Y esto que parece casi increíble, luego fue pintado
prodigiosamente en una caja.
__________
Los hongos nacen en silencio; algunos nacen en silencio;
otros, con un breve alarido, un leve trueno. Unos son
blancos, otros rosados, ése es gris y parece una paloma, 
la estatua de una paloma; otros son dorados o morados. 
Cada uno trae -yeso es lo terrible-- la inicial del muerto 
de donde procede. Yo no me atrevo a devorarlos; esa carne
levísima es pariente nuestra. 
Pero, aparece en la tarde el comprador de hongos y
empieza la siega. Mi madre da permiso. El elige como un
águila. Ese blanco como el azúcar, uno rosado, uno gris.
Mamá no se da cuenta de que vende a su raza.
_________
Mi alma es un vampiro grueso, granate, aterciopelado. Se
alimenta de muchas especies y de sólo una. Las busca en la 
noche, la encuentra, y se la bebe, gota a gota, rubí por rubí.
Mi alma tiene miedo y tiene audacia. Es una muñeca grande,
con rizos, vestido celeste.
Un picaflor le trabaja el sexo.
Ella brama y llora.
Y el pájaro no se detiene.
_________

La hija del diablo se casa. No sabíamos si ir o no ir. En casa resolvieron no ir. Ella paseaba con la trenza brillando como un vidrio al sol. Vestido celeste. Y las pezuñas delicadísimas, cinceladas y de platino. Con los ojos un poco redondos, insondables, se paraba frente a cada uno, como publicitando, invitando, o, consciente e inconscientemente, amenazando. La hija del diablo se casa. Cerraron las puertas de mi casa. Pasado el mediodía resolví huir. Crucé por arriba de los jardines de fresias y junquillos tratando de no trozar ni uno de los ramos amarillos, de los que vivíamos; por ocultas veredas; creo que pasé tres veces por la misma senda, me perdía, y tuve miedo que, desde la casa, estuviesen espiando mi inútil vuelo


¡Al fin toque las puertas de los hornos! Pasaban los platos con todas las escenas del amor erótico. "Invitan con la Carne", dijo una voz que me pareció de una vecina; miré y si, era, estaba embozada. Y también servían niños no natos cubiertos con azúcar. "Son riquísimos". El tam tam celebratorio apareció adentro de la tierra y en un perpetuo crescendo, anuló las conversaciones y llegó al colmo. La hija del diablo, de pie junto a la pared, el pelo igual que el sol, entreabrió el vestido, las piernas, las pezuñas. Su himen cayó roto (se oyó un leve bramido) y corrió como una margarita entre nosotros. Alguien gritó: -¿y el novio?. Anda por aquí. Es chiquitito.


Cerré los ojos. Creo que cayó un aguacero. Huí arriba de los jardines, de los ramos amarillos; entraba en cada cueva y salía aterrada. Entré a mi casa. Mi mamá estaba fija en el mismo lugar, haciendo el mismo encaje. Sin levantar los ojos, comentó: - Pero ¿qué hacés? Andás afuera con estos aguaceros.

___________________

  Estaba parada en medio de la luz de la luna. A lo lejos, seres increíbles: Mario, los unicornios, los lobizones, la paloma de la paz, la Liebre de Marzo.
  Las cosas que tienen blancura se distinguen mucho, huesos y rosas.
  La casa está abierta y deshabitada.  Y sabe que alguien la está mirando desde afuera. Aunque a veces, de las puertas, sale algún caballo y se hunde, enseguida, o de la ventana, y desaparece.
  En la azotea -y no sé cómo se ven-, hay una paloma que, a la vez, es inmóvil y crece, dos o tres huevos, ya, para siempre, juntos y justos. Y una taza.
  Quiero despedirme, irme; una vez hasta llegué al camino real, subí a un carruaje; pero, bajé, enseguida.
  Y volví desesperadamente, casi volando, me entré en las hierbas, y, ya, invisible, seguí mirando la casa.
______________
  Dijo "Mariposa", "Amelia". Y me volví en el aire oscuro de la tarde de oro. Entre los higos como flores cerradas, pesadas y violetas.
  Dijo "Amelia", un antiguo nombre, tal vez, el mío, el verdadero, antes de nacer.
  Era el Dios que hablaba, era el Puma.
  Me volví,
  buscando su cara de oro, su invisible huella.
  Mas, nada había; sólo el viento que jugaba,  como siempre, en el jardín de higos y violetas.

Mateando con Roberto Juarroz

. viernes, 17 de octubre de 2008
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Roberto Juarroz se murió, hace años. De él conozco poco y nada, y la investigación no me tienta en este momento. Sus versos son impresionantes. Que alcance de explicación.
Esto es de Poesía Vertical.

















1

Una red de mirada
mantiene unido al mundo
no lo deja caerse.
Y aunque yo no sepa qué pasa con los ciegos,
mis ojos van a apoyarse en una espalda
que puede ser de dios.
Sin embargo,
ellos buscan otra red, otro hilo,
que anda cerrando ojos con un traje prestado
y descuelga una lluvia ya sin suelo ni cielo.
Mis ojos buscan eso
que nos hace sacarnos los zapatos
para ver si hay algo más sosteniéndonos debajo
o inventar un pájaro
para averiguar si existe el aire
o crear un mundo
para saber si hay dios
o ponernos el sombrero
para comprobar que existimos.

9
Pienso que en este momento
tal vez nadie en el universo piensa en mí,
que sólo yo me pienso,
y si ahora muriese,
nadie, ni yo, me pensaría.

Y aquí empieza el abismo,
como cuando me duermo.
Soy mi propio sostén y me lo quito.
Contribuyo a tapizar de ausencia todo.

Tal vez sea por esto
que pensar en un hombre
se parece a salvarlo.

17
Hay que caer y no se puede elegir dónde.
Pero hay cierta forma del viento en los cabellos,
cierta pausa del golpe,
cierta esquina del brazo
que podemos torcer mientras caemos.

Es tan sólo el extremo de un signo,
la punta sin pensar de un pensamiento.
Pero basta para evitar el fondo avaro de unas manos
y la miseria azul de un Dios desierto.

Se trata de doblar algo más que una coma
en un texto que no podemos corregir.

18
Tú no tienes nombre.
Tal vez nada lo tenga.

Pero hay tanto humo repartido en el mundo,
tanta lluvia inmóvil,
tanto hombre que no puede nacer,
tanto llanto horizontal,
tanto cementerio arrinconado,
tanta ropa muerta
y la soledad ocupa tanta gente,
que el nombre que no tienes me acompaña
y el nombre que nada tiene crea un sitio
en donde está de más la soledad.

27
Entre pedazos de palabras
y caricias en ruinas,
encontré algunas formas que volvían de la muerte.

Venían de desmorir.
Pero no les bastaba con eso.
Tenían que seguir retrocediendo,
tenían que desvivirlo todo
y después desnacer.

No pude hacerles ninguna pregunta,
ni mirarlas dos veces.
Pero ellas me indicaron el único camino
que tal vez tenga salida,
el que vuelve desde toda la muerte
hacia atrás del nacer,
a encontrarse con la nada del comienzo
para retroceder y desnadarse.

33
Sí, hay un fondo.

Pero hay también un más allá del fondo,
un lugar hecho con caras al revés.

Y allí hay pisadas,
pisadas o por lo menos su anticipo,
lectura de ciego que ya no necesita puntos
y lee en lo liso
o tal vez la lectura de sordo
en los labios de un muerto.

Sí, hay un fondo.

Pero es el lugar donde empieza el otro lado,
simétrico de éste,
tal vez éste repetido,
tal vez éste y su doble,
tal vez éste.

37
Mientras haces cualquier cosa,
alguien está muriendo.

Mientras te lustras los zapatos,
mientras odias,
mientras le escribes una carta prolija
a tu amor único o no único.

Y aunque pudieras llegar a no hacer nada,
alguien estaría muriendo,
tratando en vano de juntar todos los rincones,
tratando en vano de no mirar fijo a la pared.

Y aunque te estuvieras muriendo,
alguien más estaría muriendo,
a pesar de tu legítimo deseo
de morir un minuto con exclusividad.

Por eso, si te preguntan por el mundo,
responde simplemente: alguien está muriendo.

46
No debiera ser posible
dormirse sin tener cerca
una voz para poderse despertar.

No debiera ser posible
dormirse sin tener cerca
la propia voz para poderse despertar.

No debiera ser posible
dormirse sin despertar
en el momento justo en que el sueño se encuentra
con esos ojos abiertos
que ya no necesitan dormir más.

92

Competencia del que soy con el que fui,
del que va a apagar la lámpara
con el que la ha encendido,
del que desparramaba los colores
con el que los reúne,
del que no se veía en los espejos
con el que se contempla en el humo.

Competencia de mi voz con mi voz,
de las palabras que encontraba
con las palabras que me encuentran,
de los silencios que hablaban por amor
con el amor que dice su silencio,
de la luz de una tarde en cualquier tarde
con la luz exclusiva de esta tarde.

Competencia del que soy y del que fui
con el que seré o no seré mañana,
del que aún marca sus huellas
con el que todavía las borra,
del que empujaba al día
con el que ya ocultamente lo sostiene,
del que viene de ninguna parte
con el que viene de ninguna parte.

Trazos

. viernes, 3 de octubre de 2008
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a Ileana

vi a dos perros jugar
vi tres flores y una tortuga
soñé con una playa
y una mujer
infinitamente triste
soñé con un niño
que cantaba bajo un ciprés
en una tarde de lluvia
creí que todo estaba perdido
que los días carecían de significado
y de pronto me topé con tus ojos
me sentí triste y sola
hasta que tus dulces manos
alcanzaron mi rostro
y el cielo cambió de color

tu alma cambió de color
mi alma cambió de color
y ahora
¿qué hacer con todo esto?

la luna brilla para nosotros:
salgamos a jugar al bosque
¡salgamos!
y que la brisa nos ilumine
con su canto mientras
nos deslizamos en un tobogán