Mateando con Faulkner

. martes, 15 de diciembre de 2009
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William Faulkner (1897-1962) es uno de los personajes más influyentes de la literatura y en el ámbito hispano es bien visible en autores tan distintos como Juan Benet, Onetti, Vargas Llosa o Muñoz Molina. El fragmento es de Las palmeras salvajes y la traducción de Borges.






Wilbourne le cuenta a Mc Cord por qué se muda, porqué cambia lo que posee por una promesa en otro sitio.

-Sí. Eso es… Decencia, eso era lo que me decidió. Hace poco descubrí que la haraganería engendra nuestras virtudes, nuestras más tolerables cualidades; contemplación, ecuanimidad, pereza, dejar en paz al prójimo; buena digestión mental y física; la sabiduría de limitarse a placeres carnales: comer y defecar y fornicar y sentarse al sol, porque no hay nada mejor, comparable, ninguna cosa mejor en este mundo sino vivir por el corto tiempo en que se nos presta aliento, estar vivo y saberlo (ah, sí, ella me enseñó eso, me marcó también para siempre) nada, nada. Pero hace poco he visto claro, sacando la conclusión lógica, que una de las virtudes primordiales (ahorro, aplicación, independencia) engendra otros vicios (fanatismo, entremetimiento, suficiencia, miedo y lo peor de todo, decencia). Nosotros, por ejemplo. Porque el hecho de ser solventes por primera vez, de saber con seguridad de dónde vendría la comida de mañana (el maldito dinero, demasiado, de nohce nos quedábamos despiertos planeando cómo gastarlo; para la primavera ya andaríamos con prospectos de compañías de vapores en los bolsillos) me había esclavizado y entregado a la decencia como cualquiera.

Mateando y sonriendo con Henri Michaux

. domingo, 13 de diciembre de 2009
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Acá está. Éste es, Henri Michaux. Poeta y pintor belga, nacionalizado en Francia. (1899-1984). Leído muy leído por nuestra Alejandra.
Como ella, y como muchos de esos poetas de inmensa libertad en el pecho, Michaux también habla de pájaros muertos, de búsqueda incesante, de vacío y de serenidad inútil. Yo elegí pasarlo para el otro lado (porque él mismo me dejó, mostrando que en otra orilla también dejaba palabras en la arena).
Y porque a este mundo quejón, roto y caótico, le hacen falta cada vez más las macroenergías de la naturaleza y de la alegría. Ahí van las de Michaux y su diálogo con los nacimientos...



LOS 22 PLIEGUES DE LA VIDA HUMANA

El hijo, el hijo del jefe, el hijo del enfermo, el hijo del labriego, el hijo del necio, el hijo del Mago, nacen con veintidós pliegues. La cuestión es desplegarlos. La vida del hombre entonces se completa. Bajo esa forma muere. No le resta pliegue alguno por desplegar.
Raramente muere el hombre conservando algunos pliegues sin desplegar. Ha ocurrido sin embargo. Paralelamente a esta operación el hombre forma su carozo. Las razas inferiores, como la raza blanca, ven más el carozo que el despliegue. El Mago ve más bien el despliegue.
Sólo el despliegue es importante. Lo demás no es sino epifenómeno.



EMPUÑAR EL PAISAJE
Los Magos sostienen que, en la mayoría de las gentes que observan un paisaje, se forma una cápsula. Esa cápsula no es tan pequeña como se cree y constituye el médium entre el paisaje y el contemplador. Si el contemplador pudiese arrancar esa cápsula y llevársela consigo volveríase inconmensurablemente dichoso, conquistaría el paraíso en la tierra.
Pero para ello es preciso una delicadeza extrema, una fuerza prodigiosa y saber lo que se hace. Es como arrancar de un golpe un árbol con todas sus raíces. Los espíritus malignos que utilizan por doquier medios nemotécnicos, representaciones gráficas, comparaciones, análisis y brutalidades sobre la materia observada, no solamente ignoran a qué me estoy refiriendo, sino que no pueden darse cuenta de la sencillez maravillosa y casi infantil de esa operación que os conduce con simplicidad al umbral del éxtasis.


MI PORVENIR

Acabaré de una vez por alcanzar un país de sonrisas.
Una brisa formada de caricias ya me lleva hacia él.
Se me invita, está ahí, me aguardan, se sabe que llego.
Porvenir, puesto que debes, puesto que vas a invadirme,
lleguemos a tiempo, escucha, más de prisa, acércate, atráeme,
porvenir, puesto que debes, puesto que vienes...

EXTRAER EL "PSHI" DE UNA MUJER
El Mago Ani pretende poder extraer el pshi... de la mujer que ansía (el pshi no es el doble) y atraerlo hacia sí. Es posible abstenerse del pshi durante algún tiempo; la mujer no repara desde luego en esa privación. El Mago entonces acaricia el pshi y poco a poco y aunque no sintiendo más que cosas vagas, la mujer se aproxima al lugar donde se encuentra su pshi. Y cuando más adelanta, mejor se siente, hasta que coincide, sin saberlo, con él. En tal circunstancia, el amor del hombre ha penetrado ya en ella.

LOS MILES DE DIOSES

Lo increíble, lo deseado desesperadamente, desde la infancia, lo aparentemente excluido que pensé que nunca volvería a ver, lo inaudito, lo inaccesible, lo demasiado bello, lo sublime prohibido para mí, ha llegado. HE VISTO A LOS MILES DE DIOSES. He recibido el regalo portentoso. Se me han aparecido a mí, que no tengo fe (sin conocer la fe que tal vez pueda tener). Estaban ahí, presentes, más presentes que cualquier cosa que yo haya mirado jamás. Y era imposible y yo lo sabía, y sin embargo. Sin embargo, estaban ahí, colocados por centenares, unos junto a otros (pero les seguían mil más, apenas perceptibles y muchos más de mil, una infinidad). Esas personas tranquilas, nobles, suspendidas en el aire por una levitación que parecía natural, estaban ahí, ligerísimamente móviles, o más bien animándose sobre la marcha. Ellas, esas personas divinas y yo, solos en presencia. En algo así como el reconocimiento, yo les pertenecía. Pero, bueno -me objetarán- que se creía usted? Respondo: ¿Qué iba a creer SI ESTABAN AHÍ? ¿Por qué me iba a poner a discutir si me encontraba satisfecho? No estaban a una gran altura, pero era suficiente para, dejándose ver, guardar las distancias, para ser respetados por el testigo de su gloria que reconoce su superioridad incomparable. Eran naturales, como es natural el sol en el cielo. Yo no me movía. No tenía que inclinarme. Estaban colocados suficientemente por encima de mí. Era real y era como cosa convenida entre nosotros, en virtud de una alianza previa. Yo estaba colmado por ellos. Había dejado de estar mal colmado. Todo era perfecto. Ya no había ni que reflexionar, ni que sopesar, ni que criticar Ya no había nada que comparar. Mi horizontal era ahora una vertical. Yo existía en altura. No había vivido en vano. La diferencia con todos los acontecimientos anteriores era mi total y feliz consentimiento. No prestaba atención a otra cosa. Me entregaba con la misma intensidad con la que veía. En ese don estaba mi alegría...

Mateando con Georges Bataille

. sábado, 5 de diciembre de 2009
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Bueno, hoy no pongo foto porque no. A lo mejor después se agregue porque sí algo, pero no lo aseguro ni lo aseguro.
El asunto es que Bataille me mata. No escribió solamente El erotismo, ni La parte maldita, ni alguna que otra cuestión bastante porno para lectores que tienen pocas ganas de Borges o, ¡peor!, Macedonio Fernández (¿a nadie le molesta que siempre haya que decir el nombre de algunos escritores? ¿no deberían haberse buscado un seudónimo más amigable hacia sus lectores?). El tipo este escribió poemas también. Y me mata. Lo único que conseguí es un pdf (que puedo enviar a quien esté interesado, me deje su dirección, y jure que es solamente para "conocerlo" y no infrinja las leyes de su país (ja-ja-ja). Se llama "Lo arcangélico y otros poemas", y creo que tiene su versión en carne y hueso (papel, tinta y cartón, más reales que la carne y los huesos). Soporten la búsqueda intelectualoide por un segundo y déjense llevar y traer por otro francés más.

La tumba

(...)

la inmensidad
y yo
nos descubrimos uno a otro nuestras mentiras

la verdad muere
y grito
que la verdad miente

mi cabeza azucarada
que agota la fiebre
es el suicido de la verdad

el no-amor es la verdad
y todo miente en la ausencia de amor
nada existe que no mienta

Hasta acá llego. Mi experiencia: la última estrofa me voló la cabeza. Propongo leerla al revés, y tratar de armar una especie de razonamiento. Es un tipo increíble que pareciera haberse muerto mucho después que cuando se murió. Es decir, no llegó ni a vivir el Mayo Francés.