Mateando con Mencio

. domingo, 15 de agosto de 2010
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Ji Mèngkē (姓孟軻), llamado en occidente Mencio (370 a. C. - 289 a. C.), fue un filósofo chino, el más eminente seguidor del confucianismo. En su obra, conocida como Mengzi, defiende que el hombre es bueno por naturaleza y debe poder desarrollar una conducta razonable y recta. Según este pensador, en el corazón de todo ser humano hay cuatro sentimientos naturales o tendencias que le orientan hacia el buen camino: 1) el sentimiento de compasión; 2) el sentimiento de vergüenza; 3) el sentimiento de respeto y modestia; y 4) el sentimiento de discernimiento (lo que está bien y lo que está mal).
(fuente: wikipedia)










Tirar de los brotes para ayudarles a crecer

A un hombre del Reino de Song le pareció que los vástagos en sus campos no crecían bastante aprisa. En vista de ello, dio a todos y a cada uno, un estirón; y se fue a casa casi exhausto.
-Hoy estoy muy cansado – dijo a su familia –. He estado ayudando a los brotes a crecer.
Su hijo salió corriendo al campo y encontró todas sus plantas muertas.
Casi todos querrían ayudar a los vástagos en su crecimiento; pero algunos consideran todo esfuerzo inútil y no lo intentan, ni siquiera desbrozando el campo; otros tratan de ayudarles dándoles un estirón. Esto último, por supuesto, es peor que inútil.

La diferencia entre cincuenta bus y cien
He hecho cuanto he podido por el Estado –dijo el príncipe Jui de Liang a Mencio–. Cuando se pierde la cosecha en el Oeste del río, traslado la gente al Este o traigo grano del Este para socorrerlos. Si la cosecha es pobre en el Este, hago lo mismo. Observo a los gobernantes de otros reinos y ninguno hace tanto como yo por su gente; sin embargo, su población no ha decrecido, y la mía no ha aumentado. ¿Puede decirme Ud. por qué?
–Ya que a su Majestad le gusta combatir –contestó Mencio–, permítame tomar de ahí un ejemplo. Una vez que suenan los tambores, las tropas entran en combate. Aquellos que son derrotados abandonan sus corazas y huyen arrastrando sus armas. Suponga que un hombre corre cien bus y otro cincuenta, ¿tiene derecho el que ha corrido cincuenta a reírse del que ha corrido cien?
–Claro que no –replicó el príncipe–. No se habrá alejado cien bus, pero volvió las espaldas lo mismo.
–Si su majestad comprende esto –respondió Mencio– no debiera esperar a que la población de su Reino sea más numerosa que la de ningún otro país vecino.

Mateando o tomando cafeces con Idea Vilariño

. jueves, 3 de junio de 2010
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Idea. Qué coraje cargar ese nombre. Ser montevideana, haber nacido un número 18 de agosto y ser por ende fuego y leona. Amante, mujer de "tormentosa" relación amorosa con Onetti. Escribió canciones nada más y nada menos que para Los Olimareños y para Alfredo Zitarrosa y se inmortalizó en sus letras hace sólo dos abriles.

La idea de escribir sobre Idea, me cayó cayendo de blog en blog y queriendo reencontrarme con la poesía, con el amor, con el fuego, con lo que todos los locos poetas tienen. Me quedé con mucho más, con la sensación de que sigue habiendo un hilo de unión muy grande, que hay miles de puntos entre poetas y lectores.


DÓNDE

Dónde el sueño cumplido
y dónde el loco amor
que todos
o que algunos
siempre
tras la serena máscara
pedimos de rodillas


BUSCAMOS

Buscamos
cada noche
con esfuerzo
entre tierras pesadas y asfixiantes
ese liviano pájaro de luz
que arde y se nos escapa
en un gemido.


EL AMOR

Un pájaro me canta
y yo le canto
me gorgojea al oído
y le gorgojeo
me hiere y yo le sangro
me destroza
lo quiebro
me deshace
lo rompo
me ayuda lo
levanto
lleno todo de paz
todo de guerra
todo de odio de amor
y desatado
gime su voz y gimo
ríe y río
y me mira y lo miro
me dice y yo le digo
y me ama y lo amo
- no se trata de amor
damos la vida-
y me pide y le pido
y me vence y lo venzo
y me acaba y lo acabo.


DESPUÉS

Es otra
acaso es otra
la que va recobrando
su pelo su vestido su manera
la que ahora retoma
su vertical
su peso
y después de sesiones lujuriosas y tiernas
se sale por la puerta entera y pura
y no busca saber
no necesita
y no quiere saber
nada de nadie.


COMPARACIÓN

Como en la playa virgen
dobla el viento
el leve junco verde
que dibuja
un delicado círculo en la arena
así en mí
tu recuerdo.


EL FUEGO

Sin él
aquí
sin él.
Su fuego susurrando.


CARTA II

Estás lejos y al sur
allí no son las cuatro.

Recostado en tu silla
apoyado en la mesa del café
de tu cuarto
tirado en una cama
la tuya o la de alguien
que quisiera borrar
-estoy pensando en ti no en quienes buscan
a tu lado lo mismo que yo quiero-.
Estoy pensando en ti ya hace una hora
tal vez media
no sé.

Cuando la luz se acabe
sabré que son las nueve
estiraré la colcha
me pondré el traje negro
y me pasaré el peine.

Iré a cenar
es claro.

Pero en algún momento
me volveré a este cuarto
me tiraré en la cama
y entonces tu recuerdo
qué digo
mi deseo de verte
que me mires
tu presencia de hombre que me falta en la vida
se pondrán
como ahora te pones en la tarde
que ya es la noche
a ser
la sola única cosa
que me importa en el mundo.

ESO

Mi cansancio
mi angustia
mi alegría
mi pavor
mi humildad
mis noches todas
mi nostalgia del año
mil novecientos treinta
mi sentido común
mi rebeldía.

Mi desdén
mi crueldad y mi congoja
mi abandono
mi llanto
mi agonía
mi herencia irrenunciable y dolorosa
mi sufrimiento
en fin
mi pobre vida.

LA NOCHE

Es un oro imposible de comprender, un acabado
silencio que renace y se incorpora.
Las manos de la noche buscan el aire, el aire
se olvida sobre el mar,
el mar cerrado,
el mar,
solo en la noche, envuelto
en su gran soledad,
el hondo mar agonizando en vano...
El mar oliendo a algas moribundas y al sol,
la arena a musgo, a cielo, el cielo
a estrellas. La alta noche sin voces
deviniendo en sí misma, inagotada y plena,
es la mujer total con los ojos serenos
y el hombre silencioso olvidado en la playa,
el alto, el poderoso, el triste,
el que contempla,
conoce su poder que crea, ordena el mundo,
se vuelve a su conciencia que da fe de las cosas,
y el haz de los sentidos le limita la noche.

Concédeme esos cielos, esos mundos dormidos,
el peso del silencio, ese arco, ese abandono,
enciéndeme las manos,
ahóndame la vida
con la dádiva dulce que te pido.
Dame la luz sombría, apasionada y firme
de esos cielos lejanos, la armonía
de esos mundos sellados,
dame el límite mudo, el detenido
contorno de esas lunas de sombra,
su contenido canto.
Tú, el negado, da todo,
tú, el poderoso, pide,
tú, el silencioso, dame la dádiva dulcísima
de esa miel inmediata y sin sentido.

Estás solo, lo mismo.
Yo no toco tu vida, tu soledad, tu frente,
yo no soy en tu noche más que un lago, una copa,
más que un profundo lago,
en que puedes beber aun cerrados los ojos,
olvidado.
soy para ti como otra oscuridad, otra noche,
anticipo de la muerte,
lo que llega en el día frío el hombre espera, aguarda,
y llega y él se entrega a la noche, a una boca,
y el olvido total lo ciega y lo anonada.
Sin límites la noche,
pura, despierta, sola,
solícita al amor, ángel de todo gesto...
Estás solo, lo mismo.
Ebrio, lúcido, azul, olvidado del alma,
concédete a la hora.