el paco urondo que forraba en lamé la felicidad
para evitarle fríos de la época/
roque dalton que trepaba por el palo mayor de su alma y gritaba
"Revolución"
y veía la Revolución y la Revolución era la sola tierra firme que veía/
y javier heraud que fue a parar tiernísimo a la selva/
y abrió la selva de la boca con su torrente claro/
(Juan Gelman)
Hay algo de claridad en las palabras de Juan Gelman, de quien nunca hicimos un mateando, pero me gustaría, aunque sería casi infinito como él mismo, o como nosotros mismos, pero él escribió varias cosas que me gustan más: nos pone en un puñado a tres tipos juntos, gente que murió de guerrilla, enfermedad tortuosa. Justo ese fragmento toca a Paco Urondo (argentino), que estuvo a cargo de Pio, a Dalton (salvadoreño), el anterior, y a Heraud (peruano), el de ahora. Qué importa todo eso. Javier se murió a una edad que está casi encima mío, como esas frazadas a los pies de la cama en un día frío... ahí, al salto, a una estiradita de distancia. Tengo veinte años y él se murió a los veintiuno. Duele medir la realidad que se realizó en otro con una edad similar a uno frente a la realidad que se va a realizar en uno mismo, pero se ve de lejos. Tal vez, como la frazada que en el verano se guarda y queda casi escondida por mamá en algún rincón de la casa que no se me ocurriría visitar. Yo no sé qué me va a pasar a los veintiuno. 1942-1963 dice en sus biografías. Y también dice Poeta.
El Río
1
Yo soy un río,
voy bajando por
las piedras anchas,
voy bajando por
las rocas duras,
por el sendero
dibujado por el
viento.
Hay árboles a mi
alrededor sombreados
por la lluvia.
Yo soy un río,
bajo cada vez más
furiosamente,
más violentamente
bajo
cada vez que un
puente me refleja
en sus arcos.
2
Yo soy un río
un río
un río
cristalino en la
mañana.
A veces soy
tierno y
bondadoso. Me
deslizo suavemente
por los valles fértiles,
doy de beber miles de veces
al ganado, a la gente dócil.
Los niños se me acercan de
día,
y
de noche trémulos amantes
apoyan sus ojos en los míos,
y hunden sus brazos
en la oscura claridad
de mis aguas fantasmales.
3
Yo soy el río.
Pero a veces soy
bravo
y
fuerte
pero a veces
no respeto ni a
la vida ni a la
muerte.
Bajo por las
atropelladas cascadas,
bajo con furia y con
rencor,
golpeo contra las
piedras más y más,
las hago una
a una pedazos
interminables.
Los animales
huyen,
huyen huyendo
cuando me desbordo
por los campos,
cuando siembro de
piedras pequeñas las
laderas,
cuando
inundo
las casas y los pastos,
cuando
inundo
las puertas y sus
corazones,
los cuerpos y
sus
corazones.
4
Y es aquí cuando
más me precipito
Cuando puedo llegar
a
los corazones,
cuando puedo
cogerlos por la
sangre,
cuando puedo
mirarlos desde
adentro.
Y mi furia se
torna apacible,
y me vuelvo
árbol,
y me estanco
como un árbol,
y me silencio
como una piedra,
y callo como una
rosa sin espinas.
7
Yo soy el río que canta
al mediodía y a los
hombres,
que canta ante sus
tumbas,
el que vuelve su rostro
ante los cauces sagrados.
8
Yo soy el río anochecido.
Ya bajo por las hondas
quebradas,
por los ignotos pueblos
olvidados,
por las ciudades
atestadas de público
en las vitrinas.
Yo soy el río
ya voy por las praderas,
hay árboles a mi alrededor
cubiertos de palomas,
los árboles cantan con
el río,
los árboles cantan
con mi corazón de pájaro,
los ríos cantan con mis
brazos.
(El poema sigue, se puede leer en internet.
No voy a decir nada, pero el final es hermoso
y se encuentra en
http://www.marxists.org/espanol/heraud/poemarios/rio/index.htm)
No voy a decir nada, pero el final es hermoso
y se encuentra en
http://www.marxists.org/espanol/heraud/poemarios/rio/index.htm)
3 comentarios:
muy buen post!
buena poesia
Mientras los relámpagos se ponen sus zapatos para salir a correr sobre el campo, apoye mis orejas sobre la ventana para escuchar la lluvia en las chapas.
El zapateo que se comunica desconocidamente con el pañuelo dorado de la Señora Tierra. Aunque debo confesar que mientras todo esto pasaba yo me quedé paradita en puntas de pie viendo al unicornio volver a ser sangre, arena, mancha de alma y piel de abeja.
Todos queremos ser paraísos de las lluvias de los ojos de las revoluciones chiquitas, gigantes, eternas..
*ClerúGirán
Siempre que leo ese poema, me imagino a Heraud leyendo a Manrique, y no puedo evitar pensar en Machado.
Datos intrascendentes: Soy peruano, y mis aguas tienen 21 años. ( Por eso te agradesco tanto esta entrada )
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