Un fantasma de algo que nunca murió

. martes, 30 de diciembre de 2008
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El fantasma de la libertad siempre llega con un cuchillo entre sus dientes.
Disparar a la carne es el punto alto de la opresión social.

Todas las piedras sacadas del pavimento y lanzadas a los escudos de la policía o a escaparates de los templos de la comodidad; todas las botellas inflamables dibujando órbitas bajo el cielo de la noche; todas las barricadas erigidas en las calles de la ciudad, separando nuestras áreas de las suyas; todos los cubos llenos de basura de una sociedad consumista que las llamas de los disturbios transformaron de nada a algo; todos los puños levantados por encima de la luna; ésas son las armas que dan carne y poder real, no sólo a la resistencia, sino a la libertad también. Es este sentimiento de libertad que sólo merece apostar por él en estos momentos: el sentimiento de las mañanas olvidadas de nuestra infancia, cuando todo podía pasar porque era nuestra, como seres humanos creativos, que se han despertado, no los futuros humanos-máquinas productivos de la subordinación, el entrenamiento, el trabajador alienado, el propietario privado, el hombre de familia. Es el sentimiento de enfrentarse a los enemigos de la libertad - no temerles nunca más.

Así que, todos los que quieran ocuparse de sus negocios, como si nada pasara, como si nada hubiera pasado nunca, tienen serias razones para inquietarse.

El fantasma de la libertad siempre llega con un cuchillo entre los dientes, con violencia para romper cada cadena que reduce la vida a una miserable repetición, útil para que las relaciones sociales de dominación se reproduzcan. Desde el sábado 6 de diciembre ninguna ciudad en este pais funciona con normalidad: no hay terapias de ir de compras, no hay carreteras libres para ir a nuestros puestos de trabajo, no hay noticias sobre próximas iniciativas de reestablecimiento del gobierno, no se da ese despreocupado zapping entre estilos de vida de los shows televisivos, no hay vueltas nocturnas alrededor de la plaza Syntagma, etcétera Estas noches y días no pertenecen a los propietarios de las tiendas, los comentaristas de televisión, los ministros y los policias. Estas noches y días pertenecen a Alexis!

Como surrealistas, hemos estado fuera en las calles desde el primer momento, juntos con centenares de rebeldes y otra gente expresando su solidaridad, porque el surrealismo nació del respirar de la calle y no tiene intención de abandonarlo. Después de la masiva resistencia a los asesinos del estado, el aliento de la calle es incluso más caliente, incluso más hospitalario e incluso más creativo. Proponer una dirección para este movimiento no nos corresponde a nosotros. Sin embargo, aceptamos toda la responsabilidad por la lucha común, porque es una lucha por la libertad.

Sin ser obligadxs a aceptar con cada expresión de tal fenómeno masivo, sin ser partidarios de la violencia ciega o la violencia por la violencia, consideramos la existencia de este fenómeno correcta.

¡No dejemos que este inflamable hálito de poesía se calme o muera!

Convirtámoslo en una utopía certera: ¡la transformación del mundo y la vida!

¡No hay paz para la policía y sus dirigentes!

¡Quién sea que no entienda la rabia puede simplemente callarse!

Grupo Surrealista de Atenas, 2008


Grecia: ahora nos van a escuchar a nosotros

(AW) Texto de un manifiesto de los Jóvenes Griegos distribuido en un barrio de Atenas en los días de rebelión.

Basta ya.
Buenos Aires, 17 de diciembre de 2008 (La Haine).- Les escuchamos cada día en los noticieros de la tele. Declaraciones, contra declaraciones y después comentarios y todo lo demás para lo que ustedes llaman nuestra información "objetiva".

Basta ya.

Ahora nos van a escuchar a nosotros.

Somos la generación de los 400 euros. De los programas "stage" del organismo de empleo, del trabajo flexible, de la eterna capacitación (siempre con nuestros gastos), de la precariedad, de la carestía, de los dos diplomas que no sirven para nada. De la eliminación de nuestros derechos laborales, de nuestra humillación por parte de patrones, políticos y los demás.

Somos la generación que la encierran en escuelas, intentando meter en nuestras cabezas sus nacionalismos, sus prejuicios, su lujuria por la patria, su mentira, su subordinación.

Somos los chavos que humillan y provocan los antidisturbios, los policías secretos, o los guardias especiales y todos los demás policías que hizo su democracia (y puso por todos lados como otro ejército de ocupación) cuando nos encontramos en su camino, sus objetos diarios de su abuso del poder.

Somos los heridos de las marchas de los estudiantes y de los alumnos, nuestras cabezas fueron golpeadas contra el asfalto, nuestra dignidad fue eliminada bajo sus botas, nuestras manos fueron quebradas por los toletes, nuestras caras fueron machacadas por sus puñetazos, nuestros pulmones todavía contienen los gases que nos echaron, que están prohibidos según acuerdos internacionales. Moriremos prematuramente porque no estuvimos de acuerdo con las leyes que nos están robando la vida. Somos los detenidos que nos arrastramos en juicios por años, Panagiotis que llevaba zapatos de un color equivocado y se quedó 40 días en la cárcel, Dimitrios Augustinos que pasó por el lugar equivocado en el momento equivocado, los 50 heridos en el hospital Evangelismos el día 8 de marzo de 2007.

Nosotros incendiamos sus bancos. Nosotros nos enfrentamos con la policía. Nosotros destruimos la paz social que están construyendo día y noche lavando el cerebro de los ciudadanos para que obedezcan y se callen. Nosotros seguimos iluminando las noches frías que nos trajeron. Nosotros seguimos ensuciando las paredes con consignas que aunque sus ojos vean nunca llegarán a sus oídos. Nosotros nos vengamos por Alexis en las barricadas el sábado que los buenos ciudadanos burlaban otra vez sus conciencias de la violación semanal. No es que nuestras palabras sean crueles. Cruel es su realidad. Alexis fue la gota que hizo desbordar el vaso. Cada noche va a ser de él de aquí en adelante.

Se acabaron sus noches tranquilas.

Péguennos, échennos gases, deténgannos, tírennos balas de goma como las que llevan tirando desde el sábado, apúntennos con sus pistolas o den tiros al aire (¿o a nosotros tal vez?). Alisten al paraestado, como están haciendo ahora en Patras o a esos periodistas siempre dispuestos, la mano larga real del poder. A Pretenteris, Evangelatos, Triantafilopulos, Kapsis, Tremi, Pavlopulos, Papajelas. Y a todos los demás. De ellos depende su éxito. Escondan las imágenes de la brutalidad policial, tapen los escándalos que apestan, aprueben sus medidas antipopulares con "consenso social".

El lunes en Atenas pusieron a sus agentes a destruir los pequeños comercios. Nosotros los vimos saliendo de las filas de la policía. Hay incluso fotos. Las van a ocultar ellas también, con mucho éxito. Ya sus papagayos, después de los primeros disturbios, repiten bien los que ustedes les enseñaron.

El martes no respetaron ni siquiera el funeral de Alexis. Mandaron a los antidisturbios a su funeral para provocar a niños de 15 años. Tiraron gases lacrimógenos y detuvieron a niños. Ustedes profanaron al mismo chico que asesinaron.

¡Ya basta con las mentiras! No somos los encapuchados ni los conocidos-desconoci dos. Somos muchos y estamos furiosos. Ya paren de repetir tonterías. Desde Komotini hasta Janiá, de norte a sur nuestra rabia se desborda. Cayeron con todos los medios que su monstruoso poder dispone a eliminarnos. Con toletes, balas, lacrimógenos, medios de comunicación masiva, provocaciones, paraestado.

No tenemos ilusiones. No tenemos ninguna esperanza. Por eso somos peligrosos.

No nos nos hacemos ilusiones que van a tomarlo todo eso en cuenta. Todos los días entierran nuestros gritos en su mentira.

Adiós. Nos van a ver desde sus sofás en sus televisiones.

"Historia ahí vamos. Mira arriba hacia el cielo."

AGENCIA DE COMUNICACION RODOLFO WALSH

Te presento al Círculo de la Flor, parte dos

. domingo, 14 de diciembre de 2008
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El Círculo normalmente se reúne todos los viernes. A veces se hacen cuadros, a veces se improvisan canciones, a veces se escribe, a veces se hace absolutamente nada.
Ahora me gustaría compartir con ustedes algo de hace dos o tres reuniones:

La lima en la torta

Prólogo
En este texto participaron varias personas. Se tomó como base una idea de Jack Kerouac, se la deformó y se escribió a partir de ello. Se crearon personajes, algunos sitios y un puñado de hechos que bien podrían haber sucedido si Dios no fuera de Chacarita.

1
La casa del tipo era un lujo de la decadencia local, nunca faltaba música, humo saliendo por la ventanas y gente. Mucha gente. La casa por sí sola era una leyenda y varios personajes se disputaban el título de “El Tipo”. Las fiestas eran larguísimas y se superponían una con otras. El record: siete fiestas superpuestas. La casa era antigua, con varias salas vacías, varias llenas de cosas y varias desconocidas. El patio parecía el Matto Grosso pero con onda.

2
Charly Marrón es un gangster retirado que hizo una pequeña fortuna en los 80’ como prestamista. Tiene una hija de siete años que toca el piano. Está en la duda de si hacer un último trabajo. No tiene un mango. Pero esto es distinto: un secuestro. Siente que algo huele mal, que hay un traidor en el grupo.

3
–Soy como me quieras ver–. El gnomo sonrío.
–Bueno, mirá… no estoy para cháchara barata de filosofía. Vengo de un viaje místico, me clavé tres cartones, tres litros de floripondio y tres líneas de marrón-marrón. Un viaje místico. Dame un tiempo para descansar. Propongo que vayamos al bar que está frente a la iglesia, nos clavemos unos tintos y… bueno, entonces es cuando podremos hablar.
El gnomo sonrío. El Flaco supo de inmediato que el invento del vino había encajado a la perfección. El Flaco llevaba tres días sin comer y el gnomo, producto de la madre naturaleza, podría satisfacerlo.
–Bueno, vamo’– se adelantó a decir el gnomo.
El Flaco lo miró de cerca pensando en el asadito que iba a hacer.

4
Sobre la calle Artigas está el local del Matufia: el Bar Antojo. Allí se cruzan trabajadores, amas de casa y los vagos de siempre. Queda enfrente de la Iglesia.

5
Este personaje es un gnomo de la Patagonia que decidió relacionarse con los humanos a pesar de todas las explicaciones y consejos recibidos por lo ancianos de la comunidad y los porqués obvios para no dar a conocer su existencia.

6
Una iglesia vacía donde el eco lo envuelve a uno y en lugar de la típica efigie de Cristo hay una estatua de yeso de Platón. Por lo demás es igual a otra iglesia, en forma de cruz, con banquitos y otras estatuas.
La luz es amarilla.
Un cartel en la entrada dice “Iglesia de los últimos santos de los días de embole”.
La iglesia fue construida sobre un cementerio indio.

7
Un martes a las cinco de la tarde el tipo al supermercado, con la cara partida, va comprar Alical, curitas y un Uvita Fiesta. Cae desplomado sobre la estantería del pan. Hace caca por la boca.

8
El Flaco Colombres era místico por naturaleza, todo en él tenía que ver con el cosmos y con influencias trascendentes. Estuvo cuatro años de su vida tratando de encontrar la verdad, el amor y la paz concentrados en una misma droga. No lo logró, claro. Por eso aún continua es esa gallarda cruzada de estimularse con todo lo que esté al alcance de su mano.

9
Eva Miranda (¿23 años?), cabello oscuro, tecladista de una banda en decadencia, surca las calles en la noche mojada para acallar las voces que le dicen que cometa parricidio. Suicida. Insegura. Ropas coloridas. La acompaña un mono ciego de nombre Carlitox.

10
–Para que el mal prevalezca sólo es necesario que los hombres buenos no hagan nada–. La sentencia le rondaba por la cabeza calva. No es fácil… no es fácil la del gangster. Matar deja heridas incluso en el homicida.
Tenía todas estas porquerías en la cabeza cuando un joven dejó resbalar una insólita verborragia dirigida a una cancha vacía.
El gangster no entendió una palabra. El muchacho hablaba en otro idioma, pero lo conquistó la pasión con la que se comunicaba. Un joven, sin dudas afroamericano, podría serle útil, podría.

11
El complejo ofrecía todo lo que un viajero turista podía necesitar, desde combustible hasta tragamonedas. Se situaba a un costado de la ruta del verano.

12
Un gnomo roquero busca su destino a pesar de las malas experiencias. Como aquella vez que en la iglesia un drogadicto con sotana le habló de la mística del cosmos y le terminó haciendo el orto. Pero su dignidad roquera lo obliga a seguir siempre el camino del rock ¡¡¡Rock, rock!!!

13
La cancha de fútbol del Club Social y Deportivo Defensores del Oeste estaba lejos del casco urbano pero cerca del pecho de sus habitantes. Se trataba de una especie de catedral o sitio rituálico donde se descargaban las pasiones, odios y tensiones de la vida cotidiana.

14
Juan Tomás Ontelli; Mbute, un joven afroamericano, de clase alta, educado en el exterior, verborrágico, impaciente y ultra nacionalista. Es carismático, tiene un poco de teca, aracnofobia y paranoia. Odia el cigarrillo y los saltamontes.

15
Charly sudaba a chorros y se le metía en los ojos. El corazón bombeaba toneladas de adrenalina, recuerdos y sudor.
Entrecerró los ojos y sintió que lloraba, recordó su hija por ahí, quizás ella también pensaba en él mientras se derretía bajo el sol. Pensó en su hija, sonrío apenas, se dijo que no eran lagrimas, que era sudor. Caminó lentamente unos cinco pasos hacia otros pero nunca sacó su mirada de los ojos del Flaco.
El Flaco estaba ahí y tampoco bajaba la vista, tampoco miraba, estaba ahí con los ojos bien abiertos, con las pupilas gigantescas y devorando el universo entre ellos y las de Charly.
Pero no era Charly precisamente. Era un gnomo sentado en la cabeza de Platón. Y un rayo le daba justo en los ojos y no podía dejar de mirarla, era hermoso, la iglesia era hermosa, el mundo era hermoso.
Charly no podía perder tiempo y hacía calor. Pensaba en su hija tocando el piano. Sonreía. Tenía un piano y una hija. Ahora Eva seguro estaría en la casa de El Tipo. Él también había estado ahí. Sonreía y se decía que era sudor y no lagrimas. Bajó la mirada luego de interminables minutos.
De pronto, las manos como en las viejas épocas, cuando entraba el pobre diablo a venderle el alma por un par de monedas. Y le pegó. Golazo. El Flaco nunca se enteró.

16
Un joven africano va en su jeep a la reserva local a cazar ciervos con un máuser. En un inexplicable accidente le vuela la cabeza a un niño pobre.

17
ella despierta / mira a su alrededor / ve un colchón sucio en el suelo / ve botellas vacías / ve un teclado roto / ve un abrigo mojado colgado en el picaporte de la puerta / ve paredes sucias con humedad / ve un techo que se cae a pedazos / ve polvo, ve mugre / ve el pasado de una sola vez

él despierta / mira a su alrededor / ve un jarrón de porcelana / ve una cama amplia / ve el piso brillante, limpio / ve el desayuno recién preparado / ve a la mucama abriendo las cortinas / ve papelitos, cenizas y bolsitas en el cesto de la basura / ve todo su presente de una sola vez

ella sale de su casa / mira a su alrededor / ve casitas bajas / ve el cielo un poco gris / ve gente / ve autos / ve árboles / ve calles / ve tiempo / mira en su pecho / ve canciones viejas / ve ideas viejas / ve sentimientos viejos / avanza / entra a un bar / pide un trago / espera / como casi todos los días / espera

él sale de su casa / mira alrededor / ve un jardín con margaritas florecidas / ve un auto estacionado / sube / conduce / mira en su pecho / ve tedio / ve hastío / ve días idénticos / se detiene / entra a un bar / ve una mujer sola/ se sienta junto a ella / pide un trago / la saluda

ella no lo conoce a él / él no la conoce a ella / ella lo mira sorprendida / él la mira expectante / charlan / se conocen / sienten juntos / recuerdan juntos / olvidan juntos / ella se asusta / él se asusta / ella deja el lugar, escribe una canción y lo olvida / él deja el lugar, pone una pastillita debajo de su lengua y la olvida / nunca más vuelven a encontrarse / jamás abandonan la mesa de aquel bar

Mateando con Raúl González Tuñón

. martes, 25 de noviembre de 2008
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Hermoso tipo, al parecer. Se murió en 1974, y nació en Buenos Aires en 1905, además de nacer todos los días. ¿De dónde lo sacó el mundo? Ni idea. ¿De dónde lo saqué yo? De un documental sobre Juan Gelman, con el que podríamos matear, tranquilamente. Encima está vivo, así que podríamos matear como ningún dios manda. Según la wikiamiga, se frecuentó con taaaanta gente genial don González Tuñón (dice ahí César Vallejo, Rafael Alberti, Miguel Hernández, Federico García Lorca y Pablo Neruda), dichoso él.
¡Qué loco! ¡Ningún dios los cría y el viento los amontona!
Ésta selección es tomada de la primera parte de Los caprichos de Juancito Caminador, que es lo único que hasta ahora leí.





La Señorita del museo de cera

La asesinada está como estaba, inclinada
ligeramente, un libro duerme en su falda oscura
y es su rostro de pura blancura estrangulada
inocencia perfecta, transparente ternura.

Es bueno estar con ella cuando afuera la nieve
-la misma que cubrió su sangre delicada-
cae sobre la calle, fugaz y leve y breve,
más breve que su vida de niña derramada.

El asesino, al fondo del salón, el ahorcado
de rostro verde, espera la hora penumbrosa:
ya sabe que le aguarda, oh tenebroso amado,
la Blanca Señorita de Carne Silenciosa.

La Señorita Ortopédica


La Señorita Ortopédica
se levanta muy temprano,
con el sol, en la vidriera.

La Señorita Ortopédica
no puede querer a nadie,
ni a la jeringa rosada
ni a la muleta ni al parche
ni al brazo de hierro, solo,
desconsolado, perfecto,
como Mambrú cuando vino
y ya todos habían muerto.

¿Cómo va a querer a alguien
la Señorita Ortopédica?
Porque es de alambre, sin duda,
porque es de cera, sin duda,
no hay duda,
porque es compuesta, inventada,
armada, desanimada, desalmada,
fría y muda.

El vals del Emperador

Los rufianes lo bailan en los salones
bajo la luz helada, entre los naipes
(las sotas tienen ya las rodillas podridas,
y los caballos sed, y los reyes murieron).

Las dulces niñas corrompidas,
ah corrompidas, corrompidas,
quieren bailar conmigo,
pero no puedo porque se deshacen.

La mujer del Coronel (bastante vieja)
ha encendido las antiguas lámparas
y todos están juntos, qué terible,
todos están dormidos esta noche
y el Emperador, vacilante,
ordena a la orquesta levantando
su índice muerto.

Cada uno lleva su almohadilla,
la alhaja concedida a la muerte,
la papeleta del nicho
y algunos agónicos nardos.

Míralos en el fondo del espejo,
cerca de los paraguas y los sombreros solos,
la última carta del Primer Ministro,
la Gaceta de ayer,
en el punto en donde se encuentran
los olores perdidos,
un guante, un diente de oro, una violeta.

Todos están juntos, qué terrible
y en lugar de la luz,
del reflector del techo cae una baba silenciosa, fría.
Es la muerte pequeña, pequeña todavía.

La pieza donde velaron a Eloísa


Al fin se quedó sola como la muerta,
la pieza en que velaron a la modista.
Un maniquí de mimbre junto a la puerta
y sobre el viejo mueble la ropa lista.

Ese diario con lápiz rojo marcado
en la parte de avisos fúnebres, y ese
cuadro con pretensiones, marco dorado,
Virgen y Niño en cielo de Veronese.

La Academia de Corte y Confección tuvo
su auge en un tiempo; luego, los días malos,
el kerosén barato que ahúma el tubo,
la sopa recocida de arroces ralos.

Todo pasó de moda como la moda,
los querubines de los cielorrasos,
los mozos que tomaban la vida en joda
y las lágrimas blancas de los payasos.

Escaparate de esa modista de antes,
talles de avispa, senos robustos, moños,
cuando la cortejaban los estudiantes.
(El único sincero murió en otoño)

Ese olor de la pieza, de insecticida,
entre permanganato y ácido bórico;
ese olor que en las sábanas dejó la vida,
y ese olor de la muerte, tan categórico.

La Señorita Muerta

Si usted quiere, que llueva,
si usted quiere, un farol,
antracita en la estufa,
aldabón en la puerta

y en un rincón del cuarto
la Señorita Muerta.

Ellos creen que está viva
la bella embalsamada
ellos quieren que ella
reciba sus visitas.
Oh, pobre señorita
la Señorita Muerta.

Si usted quiere, pianola,
un diploma y un álbum.
Si usted quiere, un retrato
de novios a la sepia
y en el sofá, sentada,
la Señorita Muerta.

Ellos comen y duermen,
trabajan, se fatigan,
mientras ella sentada
toda adentro vacía,
oh, Señorita Muerta,
la Pobre Señorita,

toda adentro rellena,
toda afuera pintada,
con el mejor vestido,
con la mirada helada,
oh, Señorita Muerta,
Señorita Sentada.

Mientras ella sin tumba,
sin aire, sin estómago,
toda afuera de carne,
toda adentro desierta,
sueña cuando era viva...
la Señorita Muerta.

La última orquesta de Señoritas

Tan gordas, tan peinadas,
tan cursis, tan solteras,
tan los labios pintados,
tan los trajes de seda,
tan el piano, el violín
tan tin, tin tan, tan ton
el violón, el violón.

Murieron los jazmines
sobre los altos senos,
ya está verde violácea
la que tomó veneno.
La vamos a enterrar
dentro del violoncello.

Ha tiempo que no iba
por el café del puerto.
Partitura amarilla,
atril con polvo, espejo
sin imágenes, lento
pasar de antiguas sombras
por el café desierto,
y la Registradora...
con el cajero muerto.

Retrato de la desaparecida
(Mariette Lydis)


¿En qué zona, real, pero apenas visible,
en qué clima, perdida, pero jamás del todo,
está su voz sin voz, sus ojos sin mirada,
el delicado pelo aún no deshecho en polvo
y la carne perdida en su mano enguantada?

Equilibrio entre el ser y el fantasma, retrato
del alma casi a punto de evadirse del cuerpo,
la muerte detenida por decoro, en el punto
en donde se despide lo vivo de lo muerto.
Un fondo todo oscuro y un tul casi difunto.

La señorita del correo

Me gusta la lluvia en un pueblo el Sur
y en el Norte, reseco, me gusta beber a la sombra,
siempre la veo detrás del mesón esperando, esperando,
en el Norte, en el Sur ¡es la misma de celestes venas!

¿Dónde estará ahora con su diente de oro
la bruma de un ojo de vidrio sin vidrio,
el río de lacre en la oscura madera podrida,
la yema del índice de tinta engomada
y un olor de ropa gastada de hoteles perdidos?
¿Dónde estará ahora esperando, esperando,
la carta que nadie le escribirá nunca?

Las estatuas

Las estatuas siempre desnudas con calor, con frío,
las estatuas siempre mojadas en las avenidas,
las estatuas siempre resecas en las avenidas,
las estatuas siempre esperando en las avenidas.
Las estatuas con terno, guantes, galera (de bronce),
las estatuas con clámide, veste, sandalias (de mármol),
las estatuas cuando desfilan los Huerfanitos,
las estatuas cuando el Ministro pronuncia un discurso.
¡No, yo no quiero ser estatua! Ni yo. Ni yo.

Retrato de Elena Andree Y marcelino Desboutin
(E.H.G. Degas)


Olor de arenque y flaca sopa fría. Tú, Elena,
de zapatos gastados en calles y mercados,
y el vestido -brillante en un tiempo- que usan
para morirse, algunas coristas, ya vencidas.

Mejor no hablar de ti, Marcelino, dejemos
eso para mañana. Lo que nunca pintaste,
lo que nunca escribiste... Mientras los otros suben,
estamos aquí abajo, rodeados de ratones.

Dejaré la reunión por veros esta noche.
Habrá vino, seguro, aunque el hígado chille.
¡A todos tres nos gusta la sopa de cebolla,
y hablar de versos, oh, nosotros que sabemos!

El barco asesino

Estaremos todos despiertos
cuando parta el barco asesino
con su carga de albatros muertos,
sin timonel, y sin destino.

¿Cuánto andará por estos mares
hacia qué muelle destruido
hasta que un día lo aprisionen
los arrecifes del olvido?

¿Hacia qué bruma, hacia qué puerto,
hacia qué bahía infernal?
¿Solo como un grumete muerto
mi corazón se quedará?

Estaremos todos borachos
cuando parta el barco asesino,
desplegadas las velas grises
el barco asesino.

Ni el más viejo se dará cuenta
-tan hábil será la maniobra-
digna de quien sabe lo suyo
la maniobra.

Sólo después, la mano hinchada,
el ojo rojo, el agrio vino,
despertaremos al espanto
del barco asesino.

Los niños abandonados

El río está en la ciudad.
El puente está sobre el río.
Bajo el puente están los granujas
no se ha hecho nada por ellos.
A la orilla, perros sarnosos,
tristes naranjas, agua oscura,
el cielo gris, las altas nubes,
sobre el puente pasan los carros.
Sobre le puente pasa mi féretro
un triste día, un triste día.
Los granujas se rascan, miran,
y alguien exclama: ¡Ahí va uno!

El país de Cocagne
(Peter Brueghel)


¡Cocagne! Aguarda, vientre harto,
caerá algo para ti.
El poeta no tiene un cuarto.
Todo para ti, nada para mí.

Peter Bruehel te pintará
satisfecho sobre la tierra.
No se sabe cuándo vendrá
el hambre -la peste- la guerra-.

¡Cocagne! Dame tu linterna
para alumbrar el ocio lleno.
El poeta no tiene pierna,
-ternera a ti y a mí veneno.

A mi soga y a ti matambre
-un día lo habrá para todos-
pero ahora, de todos modos,
como un perro me muerde el hambre.

Poema que compuso Juancito Caminador para la supuesta muerte de Juancito Caminador

Juancito caminador...
murió en un lejano puerto
el prestidigitador.
Poca cosa deja el muerto.

Terminaba su función
-canción, paloma y baraja-
todo cabe en una caja.
Todo, menos la canción.

Ponle luto a la pianola,
al barquito, a la botella,
al conejito, a la estrella,
al botellón, a la bola.

Música de barracón
-canción, baraja y paloma,
flor de trapo sin aroma.
Todo, menos la canción.

Ponle luto a la veleta,
al gallo, al reloj de cuco,
al fonógrafo, al trabuco,
al vaso y a la carpeta.

Su prestidigitación
-canción, paloma y baraja-
el tiempo humilla y ultraja.
Todo, menos la canción.

Mucha muerte a poca vida.
¡Que lo entierre de una vez
la reina del ajedrez
y un poeta lo despida!

Truco mágico, ilusión
-canción, baraja y paloma-
que todo en broma se toma.
Todo, menos la canción.

Canción para vagabundos
(que compuso Juancito Caminador)


Salud a la cofradía
trotacalle y trotamundo,
todo nos falta en el mundo
todo, menos la alegría.

Y viva la santa unión
de Sin-ropas y Sin-tierras
todo nos falta en la tierra,
todo, menos la ilusión.
Corto sueño y larga andanza
en constante despedida,
todo nos falta en la vida,
todo, menos la esperanza.

Amigos de las botellas
pero poco del trabajo,
todo nos falta aquí abajo,
todo, menos las estrellas.

Inofensiva locura,
sinrazón de vagabundo,
todo nos falta en el mundo,
todo, menos sepultura.

Prosigamos, si Dios quiere,
nuestro camino sin Dios,
que siempre se dice adiós
y una sola vez se muere.

Canción que Juancito Caminador compuso para una mujerzuela en una fiesta de bandidos

Oh, ya vendrán los buenos tiempos,
tiende la mesa en el jardín.
Presidirá la luna alcohólica
el pantagruélico festín.

Cambia tu cara melancólica,
ponte lunares y carmín.
Afuera el viento hace la ronda
y ladra lejos el mastín.

La daga oculta bajo el saco
-noche de perros y hollín-
en el foso cantan los sapos
su antigua Silly Symphony.

Pasa la peste. Ni las ratas
quedaron en el cuchitril.
Nadie comparte nuestra cama.
La portera apaga el candil.

El hambre azota al viejo pueblo,
locura y muerte están ahí.
Oh, ya vendrán los buenos tiempos
pero no preguntéis por mí.

Tú serás la dama esqueleto,
no compartirás el festín,
tu pobre nicho sin florero,
tu oscura muerte sin violón.

Coro: Oh, ya vendrán los buenos tiempos
y será tarde para tí.
Ella: ¡Conoceré bajo la tierra
el secreto del alhelí!

Canción que Juancito Caminador dejó inconclusa

Cuando la Reina y el Rey se casaron
¿recuerda usted?
Era en Viena, los valses garuraron
¿era en Budapest?
Era en Belgrado, la guerra en puerta
¿era en Zagreb?
Carmen Sylva ya estaba muerta
¿era en Bucarest?
Cuando la Reina y el Rey se casaron
¿qué pasó después?
Sonaba los violines lentos
y los graves pianos maduros
y en los horizontes oscuros
aullaban los oscuros vientos.
De los pinos en el jardín
colgaban soldados ahorcados
y el de Ulm, el campeón mastín,
ladraba cielos estrellados.
Desmayóse la Reina y todos
los concurrentes a la fiesta
buscaron en sus sobretodos
las armas. Callóse la orquesta.
En la calle, junto al farol
de suave niebla revestido,
Al Capone y el rey Carol
planeaban un rapto atrevido.
El Embajador de Alemania,
mientras tanto, trataba en vano
de besar la pálida mano
de la princesa de Rumania.
De pronto al palacio llegó
sin cabeza -nada correcto-
un mensajero del Prefecto,
y el rey Boris palideció.
Las damas regias tan amigas
de lucir siempre sus alhajas
sacaron rápidas navajas
de la vaina de hermosas ligas.
De pronto el viejo Director
del famoso Teatro Real
gritó desde el corredor...

Mateando con Jorge Teillier

. domingo, 16 de noviembre de 2008
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No pude contenerme: tenía que hacer esto por Jorge. Después de qué él muriera nos hicimos amigos, aunque el vidrio a través del que nos vemos es algo opaco, dudoso, y creo que siempre me contacto con las mismas palabras de él, que vienen en verso, con cadencia campestre y un gustito a vino que me encanta. Parece que desde que murió no escribió más, o no me lo quiere mostrar.
Él era chileno y maldito. Tomaba mucho, y sabía bastante del tema. Veamos lo que dice acá, en palabras de otro poeta chileno, Francisco Véjar: "Recuerdo una de las clínicas psiquiátricas donde estuvo internado, en la cual los médicos no lo querían dar de alta ya que estaban haciendo un informe sobre el alcoholismo, y era tal el conocimiento de Teillier al respecto, que en la práctica lo retenían para sacarle información."
Un tipo hermoso, sintetizador de angustias y decadencias. Recién me entero acá de que conoció a Allen Ginsberg y hasta le recomendó plantita. ¡Qué loco! Vivió entre 1935 y 1996. Sus poemas:

Cuando Todos se Vayan

Cuando todos se vayan a otros planetas
yo quedaré en la ciudad abandonada
bebiendo un último vaso de cerveza,
y luego volveré al pueblo donde siempre regreso
como el borracho a la taberna
y el niño a cabalgar
en el balancín roto.
Y en el pueblo no tendré nada que hacer,
sino echarme luciérnagas a los bolsillos
o caminar a orillas de rieles oxidados
o sentarme en el roído mostrador de un almacén
para hablar con antiguos compañeros de escuela.
Como una araña que recorre
los mismos hilos de su red
caminaré sin prisa por las calles
invadidas de malezas
mirando los palomares
que se vienen abajo,
hasta llegar a mi casa
donde me encerraré a escuchar
discos de un cantante de 1930
sin cuidarme jamás de mirar
los caminos infinitos
trazados por los cohetes en el espacio.

Cosas vistas (Fragmentos)

1
Nieva
y todos en la ciudad
qiusieran cambiar de nombre.

2
Me preguntas en qué pienso.
No pienso en nada:
Sólo veo un puente de cimbra
Sobre el lecho reseco de un río
Que nunca hemos atravesado juntos.

3
Con el grito amarillo
del aromo
se despierta la mañana.

5
Los árboles están lejos
pero un día
llegaremos a ser árbol.

7
Sentado en el fondo del patio
trato de pensar qué haré en el futuro,
pero sigo el vuelo del moscardón
cuyo oro es el único que podría atrapar,
y pierdo el tiempo saludando al caballo
al que puse nombre un mediodía de infancia
y que ahora asoma
su triste cabeza entre los geranios.

8
Las primeras luciérnagas:
un niño corre a buscarlas
para su amigo enfermo.

10
Damos vuelta a la plaza
en un Fiat 600
para entrar a una iglesia de 1732.
Una iglesia más grande que este pueblo
acurrucado como un pobre nido
entre cerros áridos donde trepan las cabras.
Un pueblo con casas de adobe venidas abajo
por el último terremoto.
Un pueblo donde todos esperan otro terremoto.

12
Tu color preferido es el azul
Mi color preferido es el azul
Nunca más le preguntaremos a nadie qué color prefiere
Para creer que nosotros inventamos el azul.

13
A la hora en que en el centro de la ciudad
Se cierran como pestañas
Las cortinas de los bares
Con el ruido que hace más amargo
El amanecer de lsolitario,
En este insomne amaneecer miro tus pestañas cerradas
Que acogen todos mis sueños
Que me rechazaban antes de conocerme.

15
Quise fotografiarme
y escogí los ojos de un perro vago.
Pequeño vagabundo sin dueño,
sucio,
con cardos secos en el pelaje marchito.
No me cobró nada
y volvió a escarbar
su tarro de basura.
Cada uno sigue su camino.

17
Día tras día
en los charcos verticales
de los espejos de los bares
se va perdiendo tu cara
esa hoja caída de un árbol condenado.

25
Para qué me dices
escribe;
trata de escribir
hasta qeu tu brazo derecho
sea más largo que el izquierdo.

26
Por qué
en el Museo
está prohibido tocarte
a ti a quien me hubiera gustado tocar
mesa florentina del Siglo XVIII
como si fueras una vedette en el proscenio.
Ella debía servir para hacer el amor
y tú para comer
y ninguna de las dos sirve para nada.

28
En el espejo de mi armario
veo mi imaben borrada
por la del antepasado que jamás conocí.

30
La muerte nos dice que no existe
para que creamos en ella
y la llamemos.

33
Un gato y una mariposa
peligrosamente cerca.
Pero el viento no duerme.

36
Un árbol me despierta
y me dice:
"Es mejor despertar,
los sueños no te pertenecen.
Mira, mira los gansos
abriendo sus grandes alas blancas,
mira los nidales de gallinas
bajo el automóvil abandonado".

39
Si el mismo camino que sube
es el que baja
lo mejor es mirarlo
inmóvil desde una ventana.

40
Los charcos
abren ojos aterrados
al oir a los patos.

42
Fuego bajo las cenizas.
Y en el muro
la sombra de los amigos muertos.

44
Un vaso de cerveza,
una piedra, una nube,
la sonrisa de un ciego
y el milagro increíble
de estar de pie en la tierra.

50
La niebla hace a todos personajes
de un libro de cuentos de hadas
leído en la torre que se incendiará.

Notas sobre el último viaje del autor a su pueblo natal (Fragmento)
7
Me cuesta creer en la magia de los versos.
Leo novelas policiales,
revistas deportivas, cuentos de terror.
Sólo soy un empleado público como consta en mi
carnet de identidad.
Sólo tengo deudas y despertares de resaca
donde hace daño hasta el ruido del alka
seltzer al caer al vaso de agua.
En la casa de la ciudad no he pagado la luz ni el agua.
Sigo refugiado en los mesones,
mirando los letreros que dicen "No se fía".
Mi futuro es una cuenta por pagar.

Pequeña confesión

En memoria de Serguei Esenin

Sí, es cierto, gasté mis codos en todos los mesones.
Me amaron las doncellas y preferí a las putas.
Tal vez nunca debiera haber dejado
El país de techos de zinc y cercos de madera.

En medio del camino de la vida
Vago por las afueras del pueblo
Y ni siquiera aquí se oyen las carretas
Cuya música he amado desde niño.

Desperté con ganas de hacer un testamento
—ese deseo que le viene a todo el mundo—
Pero preferí mirar una pistola
La única amiga que no nos abandona.

Todo lo que se diga de mí es verdadero
Y la verdad es que no me importa mucho.
Me importa soñar con caminos de barro
Y gastar mis codos en todos los mesones.

“Es mejor morir de vino que de tedio”
Sin pensar que pueda haber nuevas cosechas.
Da lo mismo que las amadas vayan de mano en mano
Cuando se gastan los codos en todos los mesones.

Tal vez nunca debí salir del pueblo
Donde cualquiera puede ser mi amigo.
Donde crecen mis iniciales grabadas
En el árbol de la tumba de mi hermana.

El aire de la mañana es siempre nuevo
Y lo saludo como a un viejo conocido,
Pero aunque sea un boxeador golpeado
Voy a dar mis últimas peleas.

Y con el orgullo de siempre
Digo que las amadas pueden ir de mano en mano
Pues siempre fue mío el primer vino que ofrecieron
Y yo gasto mis codos en todos los mesones.

Como de costumbre volveré a la ciudad
Escuchando un perdido rechinar de carretas
Y soñaré techos de zinc y cercos de madera
Mientras gasto mis codos en todos los mesones.

Sentados frente al fuego

Sentados frente al fuego que envejece
miro su rostro sin decir palabra.
Miro el jarro de greda donde aún queda vino,
miro nuestras sombras movidas por las llamas.

Ésta es la misma estación que descubrimos juntos,
a pesar de su rostro frente al fuego,
y de nuestras sombras movidas por la llamas.
Quizás si yo pudiera encontrar una palabra.

Ésta es la misma estación que descubrimos juntos:
aún cae una gotera, brilla el cerezo tras la lluvia.
Pero nuestras sombras movidas por las llamas
viven más que nosotros.

Sí, ésta es la misma estación que descubrimos juntos:
-Yo llenaba esas manos de cerezas, esas

manos llenaban mi vaso de vino-.
Ella mira el fuego que envejece.

La última isla

De nuevo vida y muerte se confunden
como en el patio de la casa
la entrada de las carretas
con el ruido del balde en el pozo.
De nuevo el cielo recuerda con odio
la herida del relámpago,
y los almendros no quieren pensar
en sus negras raíces.

El silencio no puede seguir siendo mi lenguaje,
pero sólo encuentro esas palabras irreales
que los muertos les dirigen a los astros y a las hormigas,
y de mi memoria desaparecen el amor y la alegría
como la luz de una jarra de agua
lanzada inútilmente contra las tinieblas.

De nuevo sólo se escucha
el crepitar inextinguible de la lluvia
que cae y cae sin saber por qué,
parecida a la anciana solitaria que sigue
tejiendo y tejiendo;
y se quiere huir hacia un pueblo
donde un trompo todavía no deja de girar
esperando que yo lo recoja,
pero donde se ponen los pies
desaparecen los caminos,
y es mejor quedarse inmóvil en este cuarto
pues quizás ha llegado el término del mundo,
y la lluvia es el estéril eco de ese fin,
una canción que tratan de recordar
labios que se deshacen bajo tierra.

Frío

Un ave de alas de hielo
deja a los niños el traje de la muerte
como disfraz para este día de frío.

Los abedules sueñan por última vez
pues las golondrinas traen una guadaña
en vez de briznas para el nido.

El frío empuña la guadaña.
El frío con su guadaña corta la aldea,
esa espiga a quien nadie defiende.

Despedida

...el caso no ofrece
ningún adorno para la diadema de las Musas.
Ezra Pound

Me despido de mi mano
que pudo mostrar el rayo
o la quietud de las piedras
bajo las nieves de antaño.

Para que vuelvan a ser bosques y arenas
me despido del papel blanco y de la tinta azul
de donde surgían los ríos perezosos,
cerdos en las calles, molinos vacíos.

Me despido de los amigos
en quienes más he confiado:
los conejos y las polillas,
las nubes harapientas del verano,
mi sombra que solía hablarme en voz baja.

Me despido de las virtudes y de las gracias del planeta:
los fracasados, las cajas de música,
los murciélagos que al atardecer se deshojan
de los bosques de casas de madera.

Me despido de los amigos silenciosos
a los que sólo les importa saber
dónde se puede beber algo de vino
y para los cuales todos los días
no son sino un pretexto
para entonar canciones pasadas de moda.

Me despido de una muchacha
que sin preguntarme si la amaba o no la amaba
caminó conmigo y se acostó conmigo
cualquiera tarde de esas en que las calles se llenan
de humaredas de hojas quemándose en las acequias.

Me despido de una muchacha
cuyo rostro suelo ver en sueños
iluminado por la triste mirada
de trenes que parten bajo la lluvia.

Me despido de la memoria
y me despido de la nostalgia
–la sal y el agua
de mis días sin objeto—

y me despido de estos poemas:
palabras, palabras –un poco de aire
movido por los labios— palabras
para ocultar quizás lo único verdadero:
que respiramos y dejamos de respirar.

Para hablar con los muertos

Para hablar con los muertos
hay que elegir palabras
que ellos reconozcan tan fácilmente
como sus manos
reconocían el pelaje de sus perros en la oscuridad.
Palabras claras y tranquilas
como el agua del torrente domesticada en la copa
o las sillas ordenadas por la madre
después que se han ido los invitados.
Palabras que la noche acoja
como a los fuegos fatuos los pantanos.

Para hablar con los muertos
hay que saber esperar:
ellos son miedosos
como los primeros pasos de un niño.
Pero si tenemos paciencia
un día nos responderán
con una hoja de álamo atrapada por un espejo roto,
con una llama de súbito reanimada en la chimenea,
con un regreso oscuro de pájaros
frente a la mirada de una muchacha
que aguarda inmóvil en el umbral.

El vino derramado

Cuando las últimas casas del pueblo tienen miedo
y las calles tiemblan como mangas de camisas al viento
porque se acerca el cuchillo de la noche,
aparecen cardos que traen
los mensajes blancos de la mañana desterrada.

El silencio rodea y oculta la aldea
desde la garita del guardacruzadas
cuyo fantasma aún viene a ver si pasan trenes,
hasta la bodega que todavía sueña con carretas.
El silencio que sólo permite el agrio chirrido de las norias
y me acoge en la plaza
como a un antiguo compañero de curso.

El cielo es el espejo que se acerca
para recoger el aliento de un moribundo.
Pero un solo cardo puede vencer la noche.
Un cardo blanco que atraviesa el pueblo
esperando que alguien lo atrape.

De pronto se oyen caballos
que cruzan el puente de madera.
Hay ancianos que se despiertan para oirlos recordando las leyendas
que iluminaron el oro sombrío de los días otoñales.
Algo indecible revelan
y el vino derramado de la oscuridad
significa alegría.

Daría todo el oro del mundo

Daría todo el oro del mundo
por sentir de nuevo en mi camisa
las frías monedas de la lluvia.

Por oír rodar el aro de alambre
en que un niño descalzo
lleva el sol a un puente.

Por ver aparecer
caballos y cometas
en los sitios vacíos de mi juventud.

Por oler otra vez
los buenos hijos de la harina
que oculta bajo su delantal la mesa.

Para gustar
la leche del alba
que va llenando los pozos olvidados.

Daría no sé cuánto
por descansar en la tierra
con las frías monedas de plata de la lluvia
cerrándome los ojos.

Detrás de las colinas

Detrás de las colinas siempre es invierno.
Hay becasinas lentas sobre las vegas
y cazadores que acechan su vuelo.
Hay amigos que han esperado años
para compartir un viejo vino.

Detrás de las colinas siempre hay niebla,
el alba no amanece sobre yermos de ortigas
ni en cuclillas al sol
el sastre del tiempo cose nuestra mortaja.

Detrás de las colinas siempre es invierno
y la muerte se abre como una mano
donde cabe toda la noche,
mientras aquí sobrevivir
es nada más que una gastada historia.

Detrás de las colinas siempre es invierno.

Plástica

. lunes, 10 de noviembre de 2008
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Un cuándo encaprichado decidió
llamarse noche el día
en que el amor resolvió
su conflicto con la nada.

Se convirtió en obra de arte poderosa
agarró la manzana de la cara de Magritte
y la tiró a la basura con la paloma de la cara de Magritte

adornando probablemente los vestidos de El beso de Klimt
convenciendo así a los personajes a besarse y
titulando con justicia el lienzo
desde mucho antes del invento de la memoria
que por cierto se incendió después
quemando la cabeza con historias
del amor que ya habita
contaminando las horas.

El discurso guardó silencio
y el silencio salió se dijo a sí mismo entre los besos
que se cayeron de la misma forma
que se van a volver a caer
porque en realidad no todos fueron dados.

(Sin titubear demasiado
alguna gente con coraje afirmó que esa mujer
fue pensada por Matisse)

Mateando con Marosa di Giorgio

. miércoles, 22 de octubre de 2008
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Nació en 1924 la uruguaya ésta. Y murió hace relativamente poco. Seguro a propósito, para que yo no pudiera conocerla y derretirme de... bueno, de eso que te da cuando estás al frente de alguien muy grosso. Si pueden, escúchenla recitar. Es rarísima. Es fantástica. Si pueden, lean mucho, mucho más de lo que hay acá. Es oscurísima. Es rosada y antigua. Si algo se puede decir sobre ella es esto: seguro que estaba loca. Es eso o finge realmente bien. 
Pero pasen y vean, qué bonitas tolderías. Con ustedes, Marosa Di Giorgio...



Anoche, volvió, otra vez, La Sombra; aunque ya habían pasado 
cien años, bien la reconocimos. Pasó el jardín violetas, 
el dormitorio, la cocina; rodeó las dulceras, los platos blancos 
como huesos, las dulceras con olor a rosa.
Tomó al dormitorio, interrumpió el amor, los abrazos; los que
que estaban despiertos, quedaron con los ojos fijos; soñaban, 
igual la vieron. 
El espejo donde se miró o no se miró, cayó trizado. Parecía 
que quería matar a alguno. Pero, salió al jardín. Giraba, cavaba, 
en el mismo sitio, como si debajo estuviese enterrado un muerto. 
La pobre vaca, que pastaba cerca de la violetas, se enloqueció, 
gemía como una mujer o como un lobo. Pero, La Sombra se fue volando, 
se fue hacia el sur. Volverá dentro de un siglo.

_________

Bajó una mariposa a un lugar oscuro; al parecer, de
hermosos colores; no se distinguía bien. La niña más chica 
creyó que era una muñeca rarísima y la pidió; los otros 
niños dijeron: -Bajo las alas hay un hombre.
Yo dije: -Sí, su cuerpo parece un hombrecito. 
Pero, ellos aclararon que era un hombre de tamaño natural.
Me arrodillé y vi. Era verdad lo que decían los niños. ¿Cómo
cabía un hombre de tamaño normal bajo las alitas?
Llamamos a un vecino. Trajo una pinza. Sacó las alas. Y un
hombre alto se irguió y se marchó.
Y esto que parece casi increíble, luego fue pintado
prodigiosamente en una caja.
__________
Los hongos nacen en silencio; algunos nacen en silencio;
otros, con un breve alarido, un leve trueno. Unos son
blancos, otros rosados, ése es gris y parece una paloma, 
la estatua de una paloma; otros son dorados o morados. 
Cada uno trae -yeso es lo terrible-- la inicial del muerto 
de donde procede. Yo no me atrevo a devorarlos; esa carne
levísima es pariente nuestra. 
Pero, aparece en la tarde el comprador de hongos y
empieza la siega. Mi madre da permiso. El elige como un
águila. Ese blanco como el azúcar, uno rosado, uno gris.
Mamá no se da cuenta de que vende a su raza.
_________
Mi alma es un vampiro grueso, granate, aterciopelado. Se
alimenta de muchas especies y de sólo una. Las busca en la 
noche, la encuentra, y se la bebe, gota a gota, rubí por rubí.
Mi alma tiene miedo y tiene audacia. Es una muñeca grande,
con rizos, vestido celeste.
Un picaflor le trabaja el sexo.
Ella brama y llora.
Y el pájaro no se detiene.
_________

La hija del diablo se casa. No sabíamos si ir o no ir. En casa resolvieron no ir. Ella paseaba con la trenza brillando como un vidrio al sol. Vestido celeste. Y las pezuñas delicadísimas, cinceladas y de platino. Con los ojos un poco redondos, insondables, se paraba frente a cada uno, como publicitando, invitando, o, consciente e inconscientemente, amenazando. La hija del diablo se casa. Cerraron las puertas de mi casa. Pasado el mediodía resolví huir. Crucé por arriba de los jardines de fresias y junquillos tratando de no trozar ni uno de los ramos amarillos, de los que vivíamos; por ocultas veredas; creo que pasé tres veces por la misma senda, me perdía, y tuve miedo que, desde la casa, estuviesen espiando mi inútil vuelo


¡Al fin toque las puertas de los hornos! Pasaban los platos con todas las escenas del amor erótico. "Invitan con la Carne", dijo una voz que me pareció de una vecina; miré y si, era, estaba embozada. Y también servían niños no natos cubiertos con azúcar. "Son riquísimos". El tam tam celebratorio apareció adentro de la tierra y en un perpetuo crescendo, anuló las conversaciones y llegó al colmo. La hija del diablo, de pie junto a la pared, el pelo igual que el sol, entreabrió el vestido, las piernas, las pezuñas. Su himen cayó roto (se oyó un leve bramido) y corrió como una margarita entre nosotros. Alguien gritó: -¿y el novio?. Anda por aquí. Es chiquitito.


Cerré los ojos. Creo que cayó un aguacero. Huí arriba de los jardines, de los ramos amarillos; entraba en cada cueva y salía aterrada. Entré a mi casa. Mi mamá estaba fija en el mismo lugar, haciendo el mismo encaje. Sin levantar los ojos, comentó: - Pero ¿qué hacés? Andás afuera con estos aguaceros.

___________________

  Estaba parada en medio de la luz de la luna. A lo lejos, seres increíbles: Mario, los unicornios, los lobizones, la paloma de la paz, la Liebre de Marzo.
  Las cosas que tienen blancura se distinguen mucho, huesos y rosas.
  La casa está abierta y deshabitada.  Y sabe que alguien la está mirando desde afuera. Aunque a veces, de las puertas, sale algún caballo y se hunde, enseguida, o de la ventana, y desaparece.
  En la azotea -y no sé cómo se ven-, hay una paloma que, a la vez, es inmóvil y crece, dos o tres huevos, ya, para siempre, juntos y justos. Y una taza.
  Quiero despedirme, irme; una vez hasta llegué al camino real, subí a un carruaje; pero, bajé, enseguida.
  Y volví desesperadamente, casi volando, me entré en las hierbas, y, ya, invisible, seguí mirando la casa.
______________
  Dijo "Mariposa", "Amelia". Y me volví en el aire oscuro de la tarde de oro. Entre los higos como flores cerradas, pesadas y violetas.
  Dijo "Amelia", un antiguo nombre, tal vez, el mío, el verdadero, antes de nacer.
  Era el Dios que hablaba, era el Puma.
  Me volví,
  buscando su cara de oro, su invisible huella.
  Mas, nada había; sólo el viento que jugaba,  como siempre, en el jardín de higos y violetas.

Mateando con Roberto Juarroz

. viernes, 17 de octubre de 2008
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Roberto Juarroz se murió, hace años. De él conozco poco y nada, y la investigación no me tienta en este momento. Sus versos son impresionantes. Que alcance de explicación.
Esto es de Poesía Vertical.

















1

Una red de mirada
mantiene unido al mundo
no lo deja caerse.
Y aunque yo no sepa qué pasa con los ciegos,
mis ojos van a apoyarse en una espalda
que puede ser de dios.
Sin embargo,
ellos buscan otra red, otro hilo,
que anda cerrando ojos con un traje prestado
y descuelga una lluvia ya sin suelo ni cielo.
Mis ojos buscan eso
que nos hace sacarnos los zapatos
para ver si hay algo más sosteniéndonos debajo
o inventar un pájaro
para averiguar si existe el aire
o crear un mundo
para saber si hay dios
o ponernos el sombrero
para comprobar que existimos.

9
Pienso que en este momento
tal vez nadie en el universo piensa en mí,
que sólo yo me pienso,
y si ahora muriese,
nadie, ni yo, me pensaría.

Y aquí empieza el abismo,
como cuando me duermo.
Soy mi propio sostén y me lo quito.
Contribuyo a tapizar de ausencia todo.

Tal vez sea por esto
que pensar en un hombre
se parece a salvarlo.

17
Hay que caer y no se puede elegir dónde.
Pero hay cierta forma del viento en los cabellos,
cierta pausa del golpe,
cierta esquina del brazo
que podemos torcer mientras caemos.

Es tan sólo el extremo de un signo,
la punta sin pensar de un pensamiento.
Pero basta para evitar el fondo avaro de unas manos
y la miseria azul de un Dios desierto.

Se trata de doblar algo más que una coma
en un texto que no podemos corregir.

18
Tú no tienes nombre.
Tal vez nada lo tenga.

Pero hay tanto humo repartido en el mundo,
tanta lluvia inmóvil,
tanto hombre que no puede nacer,
tanto llanto horizontal,
tanto cementerio arrinconado,
tanta ropa muerta
y la soledad ocupa tanta gente,
que el nombre que no tienes me acompaña
y el nombre que nada tiene crea un sitio
en donde está de más la soledad.

27
Entre pedazos de palabras
y caricias en ruinas,
encontré algunas formas que volvían de la muerte.

Venían de desmorir.
Pero no les bastaba con eso.
Tenían que seguir retrocediendo,
tenían que desvivirlo todo
y después desnacer.

No pude hacerles ninguna pregunta,
ni mirarlas dos veces.
Pero ellas me indicaron el único camino
que tal vez tenga salida,
el que vuelve desde toda la muerte
hacia atrás del nacer,
a encontrarse con la nada del comienzo
para retroceder y desnadarse.

33
Sí, hay un fondo.

Pero hay también un más allá del fondo,
un lugar hecho con caras al revés.

Y allí hay pisadas,
pisadas o por lo menos su anticipo,
lectura de ciego que ya no necesita puntos
y lee en lo liso
o tal vez la lectura de sordo
en los labios de un muerto.

Sí, hay un fondo.

Pero es el lugar donde empieza el otro lado,
simétrico de éste,
tal vez éste repetido,
tal vez éste y su doble,
tal vez éste.

37
Mientras haces cualquier cosa,
alguien está muriendo.

Mientras te lustras los zapatos,
mientras odias,
mientras le escribes una carta prolija
a tu amor único o no único.

Y aunque pudieras llegar a no hacer nada,
alguien estaría muriendo,
tratando en vano de juntar todos los rincones,
tratando en vano de no mirar fijo a la pared.

Y aunque te estuvieras muriendo,
alguien más estaría muriendo,
a pesar de tu legítimo deseo
de morir un minuto con exclusividad.

Por eso, si te preguntan por el mundo,
responde simplemente: alguien está muriendo.

46
No debiera ser posible
dormirse sin tener cerca
una voz para poderse despertar.

No debiera ser posible
dormirse sin tener cerca
la propia voz para poderse despertar.

No debiera ser posible
dormirse sin despertar
en el momento justo en que el sueño se encuentra
con esos ojos abiertos
que ya no necesitan dormir más.

92

Competencia del que soy con el que fui,
del que va a apagar la lámpara
con el que la ha encendido,
del que desparramaba los colores
con el que los reúne,
del que no se veía en los espejos
con el que se contempla en el humo.

Competencia de mi voz con mi voz,
de las palabras que encontraba
con las palabras que me encuentran,
de los silencios que hablaban por amor
con el amor que dice su silencio,
de la luz de una tarde en cualquier tarde
con la luz exclusiva de esta tarde.

Competencia del que soy y del que fui
con el que seré o no seré mañana,
del que aún marca sus huellas
con el que todavía las borra,
del que empujaba al día
con el que ya ocultamente lo sostiene,
del que viene de ninguna parte
con el que viene de ninguna parte.

Trazos

. viernes, 3 de octubre de 2008
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a Ileana

vi a dos perros jugar
vi tres flores y una tortuga
soñé con una playa
y una mujer
infinitamente triste
soñé con un niño
que cantaba bajo un ciprés
en una tarde de lluvia
creí que todo estaba perdido
que los días carecían de significado
y de pronto me topé con tus ojos
me sentí triste y sola
hasta que tus dulces manos
alcanzaron mi rostro
y el cielo cambió de color

tu alma cambió de color
mi alma cambió de color
y ahora
¿qué hacer con todo esto?

la luna brilla para nosotros:
salgamos a jugar al bosque
¡salgamos!
y que la brisa nos ilumine
con su canto mientras
nos deslizamos en un tobogán

Te presento a El Negro

. lunes, 29 de septiembre de 2008
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Sobre el Círculo de la Flor, parte tres.




Seguro alguna vez vieron una película estaunidense estándar, de esas en las que hay tiros y explosiones, que están zarpadas de acción, que tienen un romance entre los protagonistas y un guión de mierda. Bueno, normalmente en esas películas hay un grupo de personas que luchan por robar un banco, defender al presidente o salvar el mundo. Siempre está el lindo forzudo, la minita que se va a comer al protagonista, el que sabe una bocha (a veces es un nerd y otras un hacker), el malo que en el fondo es bueno y el negro que se muere en las primeras escenas. Por suerte el Círculo de la Flor no es una película yanqui y por suerte El Negro todavía está vivo a pesar de que ya pasaron las primeras escenas. Y no le basta con estar vivo, está vivo y escribe muchísimo, escribe, escribe y escribe. Ah, y además de escribir tiene una risa re graciosa. Les presento a El Negro:

El invierno de los Pereyra
Las aves habían dejado de posarse en la antena de la vieja casa hacía ya mucho tiempo, la tristeza era un aura difícil de traspasar. Nadie venía en estos tiempos, los cobradores ya no se acercaban. Una casa perdida en el bosque, un bosque perdido en el alma. Quedaban pocos habitantes, demasiada tristeza, la despedida se había prolongado demasiado. Era tiempo de partir. Todos en el barrio lo sabían. En todo el mundo lo sabían.

Haiku
No necesito
comprender la existencia,
solo respirar.

Guerra de mierda
Rescatar a un soldado caído, solo porque no es soldado, y ha caído en buena ley. No nos percatamos de que faltaba hasta tres o cuatro meses después. Era bastante limado, nos tenía acostumbrados a sus largas ausencias mentales.
Destruir al enemigo nuevamente, beber su sangre, desflorar otra vez a sus mujeres. Pulverizarlos de la tierra. Eliminar sus rastros. Borrar toda maldita noción de algo. Los caídos de la memoria, pérdidas místicas y necesarias, los colores del fin mundo.
Un chabón extraña a la novia, no quería morir, pero nadie le preguntó antes de volarlo en pedazos. Un robot angloparlante extermina la humanidad sin misericordia.

Juanito y su lombriz mágica
Juanito era un niño feliz, dicharachero, un soñador futbolista de campito, era un nene muy bueno, ayudaba a su mamá a amasar los ñoquis del veintinueve y se pasaba largas horas en el taller mecánico con su papá y su tío Pepe, observando como les daban a las tuercas, a los mates, las facturas y las charlas de hombres sobre fútbol o política y, estando con ellos, se sentía más grande y canchero. Juanito era un niño feliz, dicharachero, y lo que más quería más que nada en todo el mundo era su granja de lombrices, las cuidaba, las alimentaba con cáscaras de papa, las regaba, les ponía moñitos y les contaba cuentitos de lombrices cuando se acostaban. Eran maravillosas, cómo Juanito además de dicharachero y picarón era un alumno muy aplicado (y un experto en lombrices), sabía que estos seres invertebrados eran lo que se llama hermafrodita, o sea, eran varón y mujer al mismo tiempo, entonces les puso nombres cómo Cholo Teresa, Claudia José, Rosa Raúl o Marcos Vanesa, pero a algunas que tenían cara más de varón o de nena les elegía lo que iban a ser. Era la comuna de lombrices más felices del universo. Hacían desfiles para celebrar los lunes, los martes y los miércoles, el resto de los días producían humus y a la noche volvían a sus cuevitas a ver tele.
Un mártes de fiesta la comarca se vio revolucionada por el nacimiento de una larva plateada, que apenas llegada anunció a su pueblo “El amor es lo mais bonito que puede sucederos, gracias por existir lombrices” Nadie lo podía creer, Supamá (así se les dice a los progenitores en lombriz) le dijo “Oh, capullito de luna, yo no te merezco, soy solo un simple obrerito”, a lo que el reciente contestose “Tu, al igual que tu maravilloso pueblo, eres un obrero, un obrero del amor a Dios”. La lombrizada enloqueció de júbilo ante el advenimiento de tan buen presagio, el líder político de una era de paz, que gobernaría con buen corazón y guiaría a su especie al nirvana. Juanito pasó esa mañana en la escuela, volvía muy contento porque traía cómo ingrediente especial para el jolgorio miguitas de buñuelo que juntó abajo del banco de un compañero. La iban a pasar bomba. Cuando llegó le pidió a su mamá cinco litros de chocolatada, fue hasta el latón de la colonia y se las sirvió en chapitas de gaseosa. Pero las lombrices estaban en otra cosa, no aparecían. Pidió permiso en idioma lombriz e hizo un huequito para enterarse de qué pasaba y ahí las encontró, como hipnotizadas, reverenciando y sirviendo a la lombriz plateada. La pequeña larvita sentada en su trono de cáscara de papa, prometía sensación revolucionaria, paz y belleza eterna, aniquilación del enemigo hasta las últimas consecuencias . Luego se percató de que alguien le observaba y exclamó vigorosito “Oh, tu debes ser Juanito, el que convida maravillas y de la colonia cuida, en nombre del amor te agradezco tus gestos de buena bondad. Yo soy Larvita Pichín, quiero ser tu amiguito y hacerte sentir bonito” y luego aconsejó a sus amigas las lombrices organizaran una gran celebración a la altura de tan dichosa ocasión.
Y así comenzó la hermosa fiesta que nadie habría de olvidar nunca jamás de los jamases, con miguitas de buñuelo y chocolatada, en el latón iluminado por antorchas. Las lombrices bailaron extasiadas al compás de la música tecno.
En un momento ya descontrolado de la conga, la larvita cariñosa le dice a Juanito “Vení, Juanito, vení. Que te voy a contar un secretito”, Juanito la levanta de su trono de cáscara con su habitual desenfado y la deposita sobre su hombro para escuchar mejor lo que le quería decir su nueva amiguita. Y la larvita chiquitita le dice “Bssssss, bsssss amorcito, bsss por siempre bssss bssss tu y yo”. Juanito no entendía nada, entonces le dijo “vení más cerquita, larvita amorosa y buenita, vení más cerquita que no te escucho”. La larvita se mete en su oído y le dice “Yo te quiero mucho larguirucho, pero es momento de morir”. “Bueno dale” le dice Juanito y luego lo piensa dos veces y dice “¿Eh?, morir no es divertido”. Pero era demasiado tarde, la larvita ya se había metido en su cerebro y depositado millones de huevesillos. Luego le dijo “morir puede ser divertido” y lo obligó a vaciar veinte litros de kerosén en el latón de sus amigas.
Y ese fue el final de la colonia y de la corta vida de Juanito. Lo que nos deja como enseñanza que los líderes populistas no siempre son tan buenos cómo parecen, y que sus regímenes no tardan en adquirir características sanguinarias.


Me olvidaba, Iván tiene un blog también.


Biblioteca Virtual

. domingo, 28 de septiembre de 2008
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http://www.biblioteca.forofyl.com.ar


El foro que ya había pasado, además de estar lleno de gente, está lleno de textos.
Para quienes no disponen de capital para libros o fotocopias y carecen también de la habilidad de robar, en este link encontrarán numerosos textos que no pueden faltar en el currículum de ningún pretendiente de la intelectualidad.
Bon apettite.

(En serio)

. miércoles, 24 de septiembre de 2008
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las ciudades de poesía no existen
aunque nos empeñemos en soñarlas

me voy a aprovisionar de ángeles, Mary,
una docena o dos, o dos ángeles voy a tener
bien escondidos en el fondo del patio

los voy a abrazar mucho -no te preocupes:
te prometo que después te cuento
cómo es un abrazo de ángel-

después sí, los voy a matar dignamente
(según los judíos basta con un cuchillo
bien afilado y sin dejarles moretones,
después de todo tienen algo de pollos los ángeles)
y con las plumas voy a hacer almohadas
para soñar con ciudades de poesía

Mateando con Emil Cioran

. lunes, 15 de septiembre de 2008
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El señor nació en Rumania en 1911 y murió en Francia en 1995. Era un raro filósofo y/o poeta, de esos en que la línea divisoria se confunde, sin contar que muchos filósofos no quieren considerarse parecidos a él, y asuntos similares en cuanto a los poetas. No ofrece una visión particularmente alegre sobre la existencia humana, aunque no por eso deja de ser transparente su óptica. Puede, y de hecho lo hace, lograr que putees durante períodos indeterminados de tiempo por la manera en que presenta aforismos sin conexiones directas ni mayores explicaciones.
En internet truchamente se consiguen muchas obras de él en castellano (publicó la mayoría en francés), me contaron, y hace poquito tuve la suerte, pasado un tiempo de buscarlo, de conseguir que una librería se pusiera seria y me trajera un libro de él. Se llama El ocaso del pensamiento, y está escrito en forma de aforismos, como todo o casi todo lo que vi por ahí dando vueltas. De ahí estos fragmentos.





Quedarse solo con todo el amor, con el peso de lo infinito del eros; he ahí el sentido espiritual de la infelicidad en el amor, de forma que el suicidio no es prueba de la cobardía del hombre, sino de las dimensiones inhumanas del amor. Si todos los amantes no hubiesen calmado sus tormentos amorosos mediante el desprecio teórico a la mujer, se habrían suicidado. Pero sabiendo qué es ella, han introducido con lucidez un elemento de mediocridad en lo insoportable de esa llamarada. La desdicha amorosa supera en intensidad a las emociones religiosas más profundas. Es cierto que no ha construido iglesias, pero ha levantado tumbas, tumbas por doquier.
¿El amor? ¡Pero mirad cómo cada rayo de sol se entierra en una lágrima, que parece como si el astro fulgente hubiera nacido de un golpe de llanto de la divinidad!

***

La mujer que mira hacia algo ofrece una imagen de rara trivialidad. Los ojos melancólicos te invitan, por el contrario, a una destrucción aérea, y tu sed de lo impalpable apagada por su fúnebre y perfumado azul, impide que sigas siendo tú mismo. Ojos que nada ven y frente a los cuales desapareces, para no manchar el infinito con el objeto de tu presencia. La mirada pura de la melancolía es el modo más peregrino por el que la mujer nos hace creer que antaño fue nuestra compañera en el Paraíso.

***

Cuando uno ha comprobado que los hombres no pueden ofrecer nada y continúa tratándolos, es como si después de haber liquidado todas las supersticiones, siguiera creyendo en fantasmas. Dios, para obligar a los solitarios a la cobardía, ha creado la sonrisa, anémica y aérea de las vírgenes, concreta e inmediata en las mujeres de mala vida, tierna en los viejos e irresistible en los moribundos. Por otro lado, nada prueba más que los hombres son mortales que la sonrisa, expresión del equívoco desgarrado de lo efímero. Cada vez que sonreímos, ¿no es como un último encuentro, y no es la sonrisa el testamento aromatizado del individuo? La trémula luz del rostro y de los labios, la solemne humedad de los ojos transforman la vida en un puerto, del cual los barcos zarpan a alta mar sin destino, transportando no hombres sino separaciones. ¿Y qué es la vida sino el lugar de las separaciones?
Siempre que me dejo conmover por una sonrisa me alejo con la carga de lo irreparable, ya que nada descubre más atrozmente la ruina que espera al hombre como ese símbolo aparente de felicidad, el cual hace sentir con más crueldad a un corazón deshojado el temblor de lo pasajero de la vida, como el estertor clásico del fin. Y siempre que alguien me sonríe, descifro en su frente luminosa la desgarradora llamada: <<¡Acércate, fíjate bien, que yo también soy mortal!>>. O cuando la negrura de mi noche vela mis ojos, la voz de la sonrisa aletea junto a mis oídos ávidos de lo implacable: <<¡Mírame, es por última vez!>>.
... Y por eso la sonrisa te aparte de la última soledad, y sea cual fuere el interés que tienes por tus compañeros de respiración y de putrefacción, te vuelves hacia ellos para sorberles el secreto, para anegarte en él y para que ellos no sepan, no sepan cuán pesada es su carga de temporalidad, qué mares transportan y a cuántos naufragios nos invita el tormento inconsciente e incurable de su sonrisa, a qué tentaciones de desaparición te someten, abriéndote su alma mientras tú levantas, temblando de aflicción, la lápida de la sonrisa.


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Un hombre que practica toda su vida la lucidez, se convierte en un clásico de la desesperanza.

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La melancolía es una religiosidad que no precisa de lo Absoluto, un deslizamiento sin la atracción de lo trascendente, una tendencia por las apariencias del cielo pero insensible al símbolo que éste representa. (Fragmento incompleto, con eso alcanza)

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Si no hay un solo sitio en el que no hayas sufrido, ¿qué otro motivo puedes invocar en apoyo de una vida errante? ¿Y qué te ligará al espacio si el azul oscuro de la nostalgia te desliga de tí mismo? (Incompleto, también)

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Ha habido dos cosas que me han colmado de una histeria metafísica: un reloj parado y un reloj en marcha.

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Y es que lo sublime es una crisis temporal de la eternidad. (Incompleto)

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Ciertos seres sienten el impulso criminal sólo para saborear una vida intensificada, de manera que la negación enfermiza de la vida sea al mismo tiempo su homenaje. (Incompleto)

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Cuando estoy en una iglesia, a menudo pienso qué fantástica sería la religión si no hubiese creyentes, si sólo hubiese la inquietud religiosa de Dios de la que habla el órgano.

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Este corresponde a su libro Silogismos de la amargura:

Mil años de guerras han consolidado a Occidente; un siglo de "psicología" le ha puesto la soga al cuello.